En el semestre que termina, más allá de los vaivenes de resultados (ganó la Supercopa Argentina, fue eliminado por Boca de la Copa de Liga, se clasificó en la Libertadores con el mejor puntaje, quedó afuera de la Copa Argentina a manos de Temperley), la gran preocupación que atraviesa a los hinchas de River es si el plantel que tiene es consistente con el objetivo de ganar la Copa Libertadores.
Hay un interés particular en los movimientos de mercado, un espacio hostil en el que es utópico discutir con ofertas que surjan de Europa, EE.UU., Arabia o Brasil, y en el que la búsqueda de jugadores del torneo local choca con la pretensión, lógica, de los clubes que no quieren entregar a sus joyitas a sus rivales de liga o, en todo caso, tener compensaciones económicas que aquí son prácticamente imposibles de satisfacer.
En ese terreno, River acaba de concretar uno de los pases más fuertes de esta ventana: Adam Bareiro llegará a pelear un lugar en el ataque en cuanto termine su participación con Paraguay en la Copa América. Al mismo tiempo, se aseguró el préstamo de Federico Gattoni, un central que muy jovencito se había transformado en figura y capitán del San Lorenzo de Insua y ahora estaba algo varado en su excursión europea por España y Bélgica.
Con las negociaciones por Germán Pezzella muy fría y por Valentín Gómez caída, ya en algo refuerza esa zona débil del equipo. Lo mismo se espera de Franco Carboni, el hermano de Valentín, que pertenece al Inter y estaba jugando a préstamo en la Serie B del Calcio.
Hubo también un sondeo por Pepo de la Vega, que está en Estados Unidos, y se sigue avanzando para que Jeremías Ledesma se sume para el inicio de la transición hacia el final de la carrera de Franco Armani.
Para todas sus líneas, River necesitaba ir al ataque; después se verá cómo logra armarse.
Gattoni y Bareiro en el área, en una imagen del año pasado en el Ciclón (foto Javier Torres / AFP).
Franco Carboni con su hermanito más famoso, Valentín.
