No es un sábado más, no puede serlo. Se murió el Flaco Traverso. Sí, hace casi 20 años que no aceleraba por los porotos en un TC, TC 2000, Top Race. Y muchos más que no ganaba una carrera como con la Cupé Renault (la blanca con el logo de Lee) prendida -literalmente- fuego, o la incomparable Chevy violeta con la que salió tricampeón del Turismo Carretera.
Hacía mucho no se lo veía peleándose con su equipo, con algún rival a las puteadas -sin dudas fue el mejor puteador que dio el deporte nacional-. Con el pucho en la mano y el humo en la cara.
Traverso en una nota con Olé.No hacía falta. Los personajes como él no tienen presente cuando su pasado es grande, enorme, del tamaño de una idolatría que no sabe de colores o marcas. Es verdad que la muerte hace más altos, rubios y de ojos celestes a quienes eran lo contrario cuando vestían y calzaban. No es el caso del Flaco, nada es exagerado cuando se trata de destacar al último ídolo de carne y hueso que tuvo el automovilismo argentino, deporte que Juan María solo abandonó cuando una dura enfermedad lo alejó de un auto y lo recluyó en su casa de Beccar. Allí murió a los 73 años, rodeado por su familia.
El Flaco para la revista Mística de Olé.Traverso era el presidente de la Asociación de Volantes y palabra autorizada para hablar del deporte. Le gustaba el automovilismo puro, así se lo dijo a este cronista en la última entrevista que le dio a Olé, el 29/11/2022. Fustigaba la tecnología -sí la quería para cuestiones de seguridad-, destacaba la muñeca antes que los botones. Llegó a decir que las carreras lo aburrían por lo previsibles. Veía la largada y la última vuelta de la Fórmula 1, por ejemplo.
Traverso y el infaltable pucho.Justamente lo contrario a lo que él ofrecía y derivó en sus 16 títulos en diversas categorías: audacia, espectáculo, acelerador, pasión. En TC fue campeón sobre una Chevy y un Falcon; corrió en Torino. No lo hizo en Dodge, pero hasta los hinchas del Carnero lo aman.
¡Puta, se fue el Flaco! Un grande de verdad…
