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30 de junio de 2024
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La historia del argentino que le robó la Copa del Mundo a Brasil: habló el detective del caso :: Olé


Dos tipos llevan un bolso a toda prisa por la Avenida Alvorada (hoy rebautizada Ayrton Senna), en Barra de Tijuca, Río de Janeiro. Uno es José Luiz Vieira, alias Bigote; el otro, Francisco Rocha, alias Barba. Sin embargo, Barba y Bigote (¿dos ladrones de medio pelo?) no importan demasiado. Lo relevante es lo que llevan dentro de ese bolso: una estatuilla con base de mármol, de unos 30 centímetros de alto y cuatro kilos de peso. El mundo entero la conoce bien: es la Copa Jules Rimet, el trofeo más famoso de la historia del fútbol mundial.

O Rei Pelé alza la Jules Rimet. (AP Photo/Kirsty Wigglesworth) O Rei Pelé alza la Jules Rimet. (AP Photo/Kirsty Wigglesworth)

Es 19 de diciembre de 1983 y hace apenas unos minutos que Barba y Bigote irrumpieron armados en el edificio de la Confederación Brasileña de Fútbol, en la Avenida Luis Carlos Prestes. Maniataron al único guardia que había y, con una palanca de hierro, forzaron la caja de madera donde se encontraba exhibida la Copa Jules Rimet, la Mona Lisa del fútbol. La colocaron en un bolso y se la llevaron. Ese robo, que pasaría a la historia delictiva del Brasil como uno de sus episodios más deshonrosos, había sido planeado hacía meses en el Santo Cristo, un barsucho de la zona portuaria de Río, entre partidas de poker y cachaças. Lo planearon Antonio Pereira Alves, un gerente de banco, y nada menos que un argentino: Juan Carlos Hernández, un joyero que vivía en Río y era famoso en el mercado negro por vender oro robado.

“En Brasil tuvimos que ganarla tres veces para tener la Jules Rimet y vino un argentino y nos la derritió…”. Con 90 años, Murillo Bernardes Miguel recuerda cada detalle de aquel golpe al orgullo brasileño. En diálogo con Olé, el detective que investigó aquel robo reconstruye cada detalle como si estuviéramos en 1983. El destino de la Jules Rimet, Copa que la FIFA entregó al campeón mundial desde Uruguay 1930 hasta México 1970, constituye hasta hoy uno de los mayores rompecabezas del fútbol. La historia de ese trofeo es un relato apasionante que incluye a los nazis, a la Scotland Yard, a la reina Isabel II, a un perro llamado Pepinillos y a aquel robo perpetrado por el argentino Hernández.

La historia del trofeo Jules Rimet

Cuando en 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial, la Jules Rimet estaba en Roma, porque Italia había ganado los mundiales del 34 y 38. Descansaba en la caja de seguridad de un banco, pero, con la llegada de la guerra, el organismo consideró que allí, la Copa, un Santo Grial del poder político, económico y deportivo mundial, estaría muy expuesta a las garras de la Gestapo. Por eso, Ottorino Barassi, vicepresidente de la Federación italiana, se la llevó a su casa. La guardó en una caja de zapatos y la ocultó debajo de su cama. En 1941, la Gestapo irrumpió en el domicilio de Barassi. Lo interrogaron sobre la ubicación del trofeo y la leyenda relata que el directivo logró engañarlos con una convincente actuación en la que dijo desconocer dónde estaba. Después, con Barassi temeroso de que los alemanes volvieran, la Copa fue a parar a la casa de campo que Aldo Cevenini, un ex jugador de Inter y Milan, tenía en las afueras de Bérgamo. Allí estuvo hasta que la Segunda Guerra terminó.

Italia campeón 1938.Italia campeón 1938.

Años después, los alemanes sí pudieron hacerse con la Jules Rimet, pero mediante una vía un poco más legítima y consagratoria que el terror de la Gestapo: fueron campeones en Suiza 1954, al vencer 3-2 en la final a la Hungría de Puskás.

Luego, la Jules Rimet pasó a manos de Brasil, que la levantó en los mundiales de 1958 y 1962, hasta que cuatro años después ocurrió lo impensado: a solo tres meses del inicio del Mundial 66, el trofeo fue robado en Inglaterra. La Jules Rimet estaba exhibida al público en el Palacio de Westminster, a 200 metros del mismísimo Parlamento Británico, cuando desapareció. Este robo fue un verdadero drama nacional en Inglaterra: la mismísima Copa había sido robada en su tierra, la de la famosa Scotland Yard, la prestigiosa policía londinense. Hubo un centenar de agentes e investigadores asignados al caso, pero pasaban los días y el trofeo no aparecía, lo que significaba un mazazo a la reputación inglesa. Fue una semana después que se resolvió el misterio: no fue la Scotland Yard, fue Pickles (Pepinillos), un perrito de raza collie, el que halló el trofeo.

(AP Photo, File)(AP Photo, File)

David Corbett, un ingeniero de South Norwood, al sureste de Londres, había sacado a Pickles a dar su habitual paseo matutino cuando el perrito fue directo a un curioso paquete que había en el jardín de una casa, detrás de un árbol. “Ahí estaba, envuelta en papel de periódico. Al principio pensé que ese paquete era una bomba, porque el IRA siempre andaba cerca. Pero cuando saqué los papeles que la envolvían de pronto empecé a leer la placa: Uruguay, Italia, Brasil… ¡Era la Copa de la que hablaban todos los diarios de Inglaterra!”, relató Corbett. Se supuso que el ladrón, asustado por la repercusión del caso, había decidido deshacerse del trofeo y lo tiró allí. Así, Pickles se convirtió en héroe nacional: lo condecoraron con la medalla de la Liga Nacional de Defensa Canina Británica, y luego de que la selección inglesa alzara el trofeo tras vencer a Alemania en la final de ese Mundial, fue invitado al banquete con el que la Reina Isabel II agasajó al plantel campeón en el Palacio de Buckingham y hasta se le permitió lamer los platos después de la cena. A fines de 1966 protagonizó una película llamada El espía con la nariz fría, y cada día le llegaba un sinfín de invitaciones a eventos alrededor del mundo y programas de TV. Pero su famosa carrera se cortó abruptamente: a meses de encontrar la Copa, Pickles falleció ahorcado por su propia correa al querer perseguir a un gato.

Fue el mismo Jules Rimet el que impuso la norma de que aquel seleccionado que ganara el Mundial tres veces se quedaría para siempre con la Copa. Por eso, para ese 1983, el trofeo estaba en la Confederación Brasileña desde hacía 13 años, cuando el Scratch la ganó por tercera vez con la conquista del Mundial de México 70, con aquel equipazo de Pelé, Jairzinho, Rivelino, Tostao y Gerson.

(Photo by AFP)(Photo by AFP)

La investigación Murillo

Ahora es la mañana del 20 de diciembre de 1983 y el teléfono suena en la casa del detective Murillo Bernardes Miguel. Lo llaman para que se haga cargo de un caso que sus superiores consideran de prioridad nacional: la Jules Rimet ha desaparecido…

“Fue el Ministerio Público el que me designó para trabajar en el robo”, relata Murillo hoy, desde su casa en Río. En ese entonces, era uno de los investigadores con mayor reputación del Brasil. Había trabajado en delicados casos, entre ellos, procesó al ministro de Guerra del presidente João Batista Figueiredo.

En este caso, no había muchas pistas, así que la investigación comenzó con un llamado a Antonio Setta, un reconocido ladrón de cajas fuertes de Río. Este delincuente negó toda participación: dijo que un brasileño nunca robaría la Copa y contó que su propio hermano había muerto de un infarto el día de la final de 1970: “¡Cómo entonces yo voy a robarla!”. Pero entregó un nombre: el de Antonio Pereira Alves, un gerente de banco que había estado contactando gente para realizar aquel golpe. Esa pista los llevó hasta los otros integrantes de la banda, uno de ellos Juan Carlos Hernández, un argentino que había llegado a Brasil a mediados de los 70 y era el principal reductor de oro de todo Río. “La investigación fue rápida -cuenta Murillo-. Tardamos una semana en encontrar a los culpables. Al principio tenían la idea de vender la Copa en el centro de Río, pero cuando intentaron hacerlo, todos tenían miedo de comprarla. Claro, ¡era la Jules Rimet!”.

-Entonces Hernández la derritió en su negocio para convertirla en lingotes de oro.

-¿Qué sintió al saber que justo era un argentino el que derritió la Copa?

-Una gran sorpresa. Yun dolor enorme. Fue algo difícil haber perdido la Copa que tantas veces ganó Pelé. Igual, ahora hay una réplica en el museo de la CBF. Es idéntica, claro, pero no es la misma. Ese trofeo representaba al mismísimo Jules Rimet, la persona que inventó la Copa del Mundo. Por eso, no era un trofeo más. Igual considero que, a pesar de que la estatuilla original ya no exista, lo más importante de todo es ganarla. Yeso lo hicimos.

Murillo Miguel Bernardes, el detective del robo de la Jules Rimet.Murillo Miguel Bernardes, el detective del robo de la Jules Rimet.

Murillo confiesa que siempre le gustó el fútbol y que es torcedor del Vasco Da Gama. Ycuenta que hoy, ya retirado, se dedica a disfrutar de su familia en Río.

-¿En Brasil se tiene presente ese robo o ya quedó en el pasado?

-En su momento fue algo que conmocionó a todo el mundo, pero hoy no se recuerda tanto. Solamente lo recuerdan personas de mi edad, ja. Ya está la nueva Copa que también hemos ganado, ja.

-¿Qué fue de los ladrones?

-Uno de ellos murió, otros dos fueron para la cárcel y uno quedó libre: el argentino Hernández.

-Pero cómo, usted lo había atrapado…

-Exacto. Hablé con Hernández, lo interrogué… Era un cretino que negaba tener la Copa. Negaba todo. Daba distintos argumentos. La verdad que era una persona muy inteligente y astuta.

-¿Usted llegó a dudar de su participación en el robo?

-No. Estaba claro que él había participado. Pero respondía muy bien, mentía. Yo ya había estado en su negocio de la Avenida Río Branco (NdeR: famosa avenida que cruza el centro de la ciudad de Río), donde trabajaba derritiendo el oro robado. Yeso fue lo que hizo con la Copa.

-Pero entonces: ¿por qué no fue preso?

-Lo interrogué en el Tribunal de Justicia y dejó el país antes de que lo condenaran. Pudo escapar. Ya dije:era muy astuto. Yo quería verlo en la cárcel, desde luego.

Hay varias versiones acerca de qué fue de la vida de Hernández. Se cuenta que regresó a la Argentina y cayó preso por otro delito, con una condena de nueve años. Al salir, viajó a Francia, donde volvió a ser encerrado por estar involucrado en el negocio de la droga. Algunas de las versiones indican que, luego, regresó al país y se radicó en Paso de los Libres, Corrientes. Hoy no se sabe nada de él. Es un fantasma.

-No lo sé. Solo puedo decir que logró irse del país y por suerte no supe más de él.

La foto de José Hernández, el joyero argentino que participó en el robo de la Jules Rimet.La foto de José Hernández, el joyero argentino que participó en el robo de la Jules Rimet.



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