Cómo le fue a Fabi Cantilo con su extravagante y ambiciosa ópera-rock en el Luna Park

Fabiana Cantilo se dio el gusto. Está en el momento de mayor popularidad de su carrera y con la creatividad muy enfocada. Por eso se animó a armar un nuevo espectáculo con aires de ópera-rock, y presentarse por primera vez como solista en el estadio Luna Park, adonde ya había estado hace 41 años haciendo coros con Charly García.

La apuesta fue al todo o nada: un show guionado, sin lugar para hablar entre una canción y otra, con varios cambios de vestuario, un cuerpo de baile, una fastuosa escenario con varias tarimas, un gran despliegue de pantallas de video y varias situaciones especiales.

Por ejemplo aparecer en lo alto de toda la estructura, recorrer la platea en una suerte de enorme trono de nubes, cantando Desde el cielo muy cerca de toda la gente, o crear tensión dramática fuera de cuadro mientras la filmaba una cámara cenital..

Fabi podría haber hecho un clásico show de grandes éxitos junto a su banda y llevarse mucha más plata a su casa. Pero es una artista que necesita expresarse de maneras nuevas y diferentes, sin repetirse ni hacer lo fácil. Por eso ideó una historia donde un inminente apocalipsis es detenido por un Plan Divino de amor y luz.

Tampoco se trató de una ópera-rock convencional, donde varios personajes cantan canciones que dan forma a una historia, un formato que ella mismo hizo junto a músicos de Suéter en Romeo y Julieta, en 1982 en el teatro Coliseo. Aquí fue una sucesión de canciones, sin diálogos, donde la clave la iban dando el vestuario, las pantallas de video y las coreografías.

Apocalipsis no es un recital de 25 canciones de la carrera solista de Fabi, con el extravagante y ambicioso marco de una historia conceptual. La gran mayoría fueron composiciones propias, con apenas dos covers: el inicio con El monstruo de la laguna de Spinetta y el cierre con Fue amor de Fito.

En el medio hubo hits como Nada es para siempre, Mi enfermedad, Ya fue, Pasaje hasta ahí y Mary Poppins y el deshollinador, que el público que llenó el estadio festejó haciendo coros, aplaudiendo y bailando.

Desde el comienzo, la banda sonó poderosa y muy ajustada, con apenas un par de invitados, como Fena Della Maggiora en La arena del amor y la guitarrista Marian Pellegrino en Desde el cielo, además del bis junto al grupo Silvestre y La Naranja, para hacer el flamante single La era del dragón.

El cuerpo de baile tuvo momentos donde aportaba buena presencia, por ejemplo en el rock casi punk de Coma y el número con paragüas en Mary Poppins. En otros pasajes distraía y fallaba en su sincronización.

En Ya no quiero, los coros de Marisa Mere se elevaron al mejor estilo Clare Torry en The great gig in the sky de Pink Floyd. También se lució en La batalla, desde lo alto de la estructura.

Fabi, que habitualmente es locuaz, recién habló al público antes de los bises, y luego presentó a la banda e hizo los agradecimientos de rigor para semejante producción, un esfuerzo enorme donde en definitiva se dio el gusto, y lo bien que hizo.