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29 de junio de 2024
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Espectáculos

Cómo fue el desafío de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Colón, con tres estrenos seguidos en una sola noche


La Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección de Pablo Druker, ofreció en el Teatro Colón tres estrenos para el Ciclo Colón Contemporáneo y salió airosa del desafío. El concierto estuvo dedicado a Guillermo Opitz, maestro del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, recientemente fallecido.

Aunque los lenguajes de las obras que se escucharon de Unsuk Chin, Thomas Adès y John Adams son muy distintos, todas comparten un diálogo con el pasado.

Harmonielehre (1984-1985/rev, 2024), de Adams, que se escuchó en la segunda parte del programa, fue la obra central de la noche. La primera referencia a la tradición aparece en el título con su alusión al Tratado de armonía de Arnold Schönberg publicado en 1911. Y, aunque no figure en el título la palabra sinfonía, se acerca mucho a una sinfonía minimalista.

En sus tres movimientos, Adams no sólo encontró su voz distintiva dentro del minimalismo que proponían Steve Reich y Philip Glass, sino que ensayó un innovador pensamiento sinfónico entre la saturada sonoridad minimalista y una especie de maximalismo expresivo y retórico del romanticismo tardío, en particular de Wagner y Sibelius.

Las obras minimalistas, en general, se escuchan con la sonoridad de ensambles en diversos formatos. Tal vez esta fue la primera experiencia en la que una orquesta tradicional acercó al público una sonoridad sinfónica minimalista, a través de una obra emblemática que representa una significativa forma del pensamiento sinfónico de fines del siglo XX.

Pablo Druker dirigió este sábado en el Ciclo Colón Contemporáneo. Foto: Arnaldo ColombaroliPablo Druker dirigió este sábado en el Ciclo Colón Contemporáneo. Foto: Arnaldo Colombaroli

La emocionalidad de Adams

La mezcla entre tradición e innovación del compositor estadounidense sonó convincente, aunque en cierta manera mantiene un rasgo de documento de época. La obra abre con unos intensos acordes repetitivos hasta que las cuerdas lanzan una serie de melodías muy expresivas y luego cierra con una variante de los acordes iniciales.

La fibra emocional de Adams se despliega más ampliamente en el segundo movimiento (The Anfortas Wound) con claras referencias a Wagner, la Cuarta Sinfonía de Sibelius y el Adagio de la Décima Sinfonía de Mahler. Sobre las armonías sombrías, cabalgando en una rítmica minimalista, el trompetista solista Fernando Ciancio hizo una destacada actuación.

La música etérea que abre el tercer movimiento -con el intrigante título Meister Eckhardt and Quackie- está inspirada en un sueño que tuvo la hija de Adams cuando era pequeña y se veía corriendo por el cosmos subida en el lomo de Meister Eckhardt, un teólogo medieval volador. De una dulce canción de cuna, el compositor pasa a una apoteosis de una energía sonora colosal.

El violinista brasileño Alejandro Aldana. Foto: Arnaldo ColombaroliEl violinista brasileño Alejandro Aldana. Foto: Arnaldo Colombaroli

La orquesta logró, con la dirección de Druker, llevar a la superficie la búsqueda emocional de Adams bajo la implacable repetición rítmica. El director subrayó hábilmente los amplios rangos dinámicos a lo largo de la obra y también la vitalidad rítmica con pulsantes frases en el movimiento inicial y final.

El viaje al pasado que propone Adès

El plato fuerte de la primera parte fue el Concierto para violín y orquesta, subtitulado “Concentric Path” (2005), de Thomas Adès. El enfoque con respecto al pasado del compositor británico está puesto en lo concertante, que abarca la historia más amplia del concierto, desde las formas barrocas hasta el concierto para violín de György Ligeti.

Los materiales de la obra dialogan con ese pasado, aunque el solista poco tiene que ver con el rol que tenía en la tradición: su participación está guiada por la idea de una interacción que avanza en círculos, espiralada y volátil. El violín navega en la obra entre lo ingrávido y lo corpóreo.

Hay algo ingrato en la escritura para el solista en el primer movimiento (Rings), es una voz entre muchas en la textura de varias partes. El violinista brasileño Alejandro Aldana demostró una gran destreza y dominio técnico, pero en el movimiento de apertura el sonido de sus trabajosos movimientos no alcanzaba a proyectarse, como si la orquesta lo hubiese tragado literalmente en un remolino sonoro. El sonido del solista emergía de tanto en tanto explorando los extremos del registro del instrumento.

El punto de gravedad de la pieza es el movimiento central, Path, el más extenso. Es una gran estructura de patrones repetidos, estructurados bajo una chacona, donde el violinista es un participante más, con sus notas pizzicato y luego recortándose sobre profundos sonidos orquestales. Cuando la sonoridad orquestal se aplacó, se escuchó un tema cautivante en el violín, y fueron surgieron texturas atractivas en la voz del solista.

En Rounds, el espiralado movimiento final que abre con timbales, percusión, cuerdas y metales, Aldana tuvo oportunidad para desplegar un sonido cantabile más convencional con una melodía que flota sobre la energía rítmica de la orquesta. La intensidad incansable de Adès cerró la primera parte del concierto que había comenzado con Frontispiece (2019), de Unsuk Chin, de la misma generación que el compositor británico.

De Corea del Sur al Colón

La obra de la compositora surcoreana es una especie de modulación gestual a través de una serie de obras sinfónicas clave de diferentes épocas, desde el barroco hasta el siglo XX.

En la brevedad de su duración -casi ocho minutos- aromas de Strauss, Scriabin, Stravinski se perciben colisionando entre sí. En su recorrido histórico por la música, Chin da una vuelta más que elude la mera cita o alusión: el gesto de un compositor pasa por el prisma de otro. El resultado sonoro de la operatoria es fascinante: secuencias de acordes de Anton Bruckner a la manera de Webern, o la armonía brahmsiana a través de Charles Ives.

La particular modulación gestual está conducida por el tono personal que maneja la compositora y da organicidad a la obra. El enfoque de Druker en esta oportunidad fue más a favor de una interpretación general que en el detalle. Tal vez faltaron más ensayos y, por otro lado, el mayor protagonismo de las cuerdas en la obra puso en evidencia que el gran recambio en las filas de los violines producido en los últimos años en la orquesta requiere trabajo extra para encontrar una identidad más sólida en sus filas.

Ficha

Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, concierto 07

Ciclo Colón Contemporáneo

Director invitado Pablo Druker

Obras: Frontispicio para orquesta (Unsuk Chin); Concierto para violín y orquesta, Op. 24 (Thomas Adès); Harmonielehre (John Adams).

Función Sábado 22. Teatro Colón



Fuente Oficial