Hay gestos que reflejan momentos. Y justamente los de Franco Armani reflejan cómo se siente el arquero en este momento complejo, que está lejos de ser un tsunami o una situación límite. Miles de veces se ha destacado su nivel, su personalidad, su regularidad. Y ni qué hablar durante aquel 2018 en el que parecía imposible hacerle un gol y en el que Coudet lo maldecía.
Hoy, circunstancialmente, Armani está bajo la lupa por una situación que bien la podría tomar con mayor naturalidad y con la madurez que le dan sus 37 años, sus kilómetros recorridos y las competencias que jugó (y ganó): otra vez le fue mal en una definición por penales en la que River quedó eliminado (sexta seguida, cinco con él en el arco) y por eso mucho se habló del Pulpo.
Claro que no es para enojarse, si su última victoria en una serie de penales fue en 2019 contra el Cruzeiro por Libertadores. Vale destacarlo: tapó uno clave para la Selección en Copa Amériica de ese mismo año. Sin embargo, los números desde los 12 pasos le dan la espalda al grandote que se mantiene en un arco grande desde hace seis años. Datos inobjetables.
Por eso, sorprende que Armani, siempre mimado en River, esté tan fastidioso y reaccione de manera inapropiada en momentos en los que debería mantener la calma. Hubo dos botones de muestra el sábado, uno cuando le recriminó a Gondou que se la quisiera picar como si fuera un pecado o un gaste, y el otro, cuando les respondió a esos hinchas del Bicho que le habrán metido en dedo en la llaga con sus provocaciones verbales.
La mímica de ponerse plata en el bolsillo para luego decirles “la tengo en el banco”, un instante que fue captado claramente por las cámaras, no es digno de un tipo de Selección que fue campeón del mundo y estará en la Copa América. Un arquero que será recordado como uno de los grandes de la historia de su club más allá de cualquier penal no atajado.
La reacción fuera de lugar
Y el enojo con Gondou
Franco Armani –