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27 de junio de 2024
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Espectáculos

a 40 años de un caso único


No es un antes y un después. Tampoco el típico ejemplo que sirvió para abrir puertas. Contra todos los males de este mundo, Viuda e Hijas de Roque Enroll fue una idea con mujeres, sin que esto amerite tentativa alguna de feminismo. Además, se trató de un caso único y, por ahora, irrepetible.

Cuarenta años atrás se editaba el primer disco exitoso de Viuda e Hijas de Roque Enroll, una banda íntegramente conformada por señoritas. Nada que ver con signos de esos tiempos como Las Primas o Los ángeles de Smith.

El comienzo tuvo que ver con Rouge, un grupo que quedó a medio camino, donde tocaban María Gabriela Epumer y Claudia Sinesi. Se presentaban a la vuelta de donde vivía Mavi Díaz. Desde el balcón de la casa ubicada en la calle Sánchez de Bustamante podía verse el patio del bar. Allí actuaban. Mavi las fue a ver y una tarde de sol las invitó a tomar el té. “Yo ya tenía un par de canciones, entre ellas Estoy tocando fondo”.

Con la ebullición del rock nacional, en los comienzos de la democracia, la Productora Abraxas andaba buscando lanzar un grupo de mujeres. Faltaba nada para que Mavi en voz, María Gabriela en guitarra, Claudia en bajo y Claudia Ruffinatti (teclados) se convirtieran en Viuda e Hijas.

Con su estilo de vodevil fueron a la productora interesada. Astutas y divertidas, livianas como las burbujas de la sidra, tuvieron un enorme sentido de la oportunidad. Un detalle: no tenían maqueta, demo, nada.

“Nos mandamos a la productora dos veces. La primera no nos dieron bola”, recuerda Mavi. “La segunda nos pusimos a tocar en el pasillo, haciendo arreglitos de voces y todo. Salió de su oficina Bernardo Bergeret, el productor discográfico, y se interesó en lo que estábamos cantando y tocando con la guitarra criolla”.

Esos raros peinados nuevos. Viuda e hijas de Roque Enroll fue uno de los grupos más populares de los años '80.Esos raros peinados nuevos. Viuda e hijas de Roque Enroll fue uno de los grupos más populares de los años ’80.

¿Están listas en un mes?

Ahí mismo llamó -por teléfono de línea- a Pelo Aprile, quien en 1977 había fundado Interdisc, sello que durante una década nutrió su catálogo con trabajos de Spinetta Jade, Charly García, Celeste Carballo, Pedro Aznar y las óperas primas de Andrés Calamaro y Los Fabulosos Cadillacs. “Pelo nos preguntó: ‘¿Pueden grabar en un mes?’”.

En un día, literalmente, firmaron contrato y como María Gabriela -fallecida en 2003- aún era menor de edad, debió ir acompañada de sus padres.

“Casi todas las canciones del primer disco las hicimos en un mes. No nos habían visto tocar, no sabían si estábamos en condiciones. En un momento antes de grabar -cuenta Mavi-, Bernardo (Bergeret) me acompaña a comprar galletitas y me dice: ¿Están seguras de que lo van a poder hacer ustedes? Decime porque si no llamamos a músicos profesionales…”.

-Empezamos a tocar y la rompimos.

El sexismo estaba presente antes del regreso de la democracia. Hacia 1983 se respiraba una especie de hipersexualización mediática y publicitaria que derivó en el término “cosificación”. Viuda e Hijas, sin embargo, debe estudiarse como salvedad.

Detrás de toda la parafernalia escénica aparecía un modelo de mujer distinta para un rock nacional bastante habituado a chicas que sólo hacías coros. Viuda e Hijas cantaban, tocaban instrumentos, venían de familias de músicos. Y del Conservatorio.

Viuda e hijas de Roque Enroll: las chicas tocaban y cantaban en serio y dicen que se sentían respetadas por el mundo del rock.Viuda e hijas de Roque Enroll: las chicas tocaban y cantaban en serio y dicen que se sentían respetadas por el mundo del rock.

«¿Feminismo? No, la verdad que yo nunca me sentí feminista”, interviene con dulzura Claudia Sinesi (bajista). “Para mí no iba en contra de nada ser una chica que tocaba. Claudia Ruffinatti, nuestra tecladista, tiene oído absoluto y María Gabriela y yo veníamos de tocar con músicos grosos como el Mono Fontana, Pedro Aznar, mi hermano (Quique Sinesi) o el propio hermano de María Gabriela, Lito Epumer».

«Todos los días aprendiendo, tocando jazz, sacando temas de Weather Report -sigue Claudita-. Y los varones nos acompañaban con mucho amor y respeto. Ser mujer siempre era algo a favor en esa época. Es más, nosotras fuimos de las primeras en grabar dentro de toda esa camada nueva de la que también formaba parte Soda Stereo. Yo no puedo decir que ningún varón me haya tratado mal en nuestros años de gloria. Todo lo contrario».

La voz del colectivo

El primer show de las viudas fue en un club de la localidad bonaerense de Capitán Sarmiento. Ya pasaban sus canciones en la radio y un día en el colectivo 142, Mavi se escuchó a todo volumen: «Hoy me vi en el espejo y respiré hondo…». Casi le grita al chofer: “¡Esa soy yo!”.

Viuda e Hijas de Roque Enroll, el primer y homónimo álbum, fue un rotundo éxito, comparable con La dicha en movimiento, de Los Twist. Se escuchaba todo el tiempo en todas partes. Vendió miles y miles de copias. Había sido grabado de un tirón en los Estudios Panda, entre mayo y junio de 1984. Media hora dura y tiene hits como Estoy tocando fondo, Hawaiian Twist, Potpourri y Bikini a lunares amarillo diminuto, justo justo.

Coincidió con una época bastante particular para el negocio de la juventud: post Malvinas y la prohibición de pasar música en inglés en las radios. “Había un caldo de cultivo muy importante para el rock en los ‘80″, recuerda Mavi. «Todas las compañías salían desesperadamente en búsqueda de bandas para llenar los casilleros de sus catálogos. Sólo sonaba música argentina, y especialmente sonaba rock nacional”.

Sinesi: “A nosotras nos venían a ver mujeres, hombres, niños, las madres de los niños… Jajaja, era un fenómeno popular insólito”.

Claudia Ruffinatti: “Hijos, madres, abuelos. Descubrimos ese target amplio haciendo una gira por la Costa. Hasta ese momento tocábamos en boliches, y tarde. ¿Por qué fuimos aptas para todo público? La música, al oído, era simple, divertida. Quizás por eso, pero nuestras canciones estaban trabajadas. Tenían complejidad y solvencia a nivel armónico, de instrumentos y de voces”.

Mavi Díaz, Claudia Ruffinatti y Claudia Sinesi, en 2022, cuando se juntaron para un showespecial. Foto: Juan Manuel FogliaMavi Díaz, Claudia Ruffinatti y Claudia Sinesi, en 2022, cuando se juntaron para un showespecial. Foto: Juan Manuel Foglia

Ni feministas ni politizadas. «Militancia cero”, interviene Sinesi. “Fue todo hecho ingenuamente. Aparte éramos muy chicas. Pensá que somos de la misma generación de Gustavo Cerati. El primer disco de Soda y el nuestro salieron prácticamente juntos».

Ruffinatti es licenciada en Relaciones Públicas. Cuando sacaron su ultimo trabajo de estudio, Perlas y Diamantes, nos dijo: “Tras el proyecto ‘viudas’ dirigí escuelas de gastronomía, me dediqué a temas de ceremonial y protocolo. Yo no quería ser yo. Fui una estúpida. Temí que hubiera una confusión de imagen y empecé a usar el apellido de casada. Después hice una fuerte campaña de recuperación de mi pasado. Nunca debí sacarme de encima mi viudez«.

Amable es poco, hoy mismo se pone feliz de que nos acordemos de la banda. “El nombre, Viuda e Hijas, lo trabajamos con el productor artístico. Decidimos que éramos hermanas. La razón social de una suerte de compañía cuyo fundador estaba muerto. Ese era el chiste». Hijas de Roque Enroll. La madre de las chicas (la «viuda») resultaba un personaje ficticio que, en ese entonces, no tenía nada que envidiarle a la figura de Patricio Rey.

Ruffinatti -como le dicen todas sus compañeras- venía de una familia protestante y estaba acostumbrada a tocar el órgano en la congregación religiosa. “Tengo oído semi absoluto”, dice ahora con timidez. Con esas facultades musicales, a los 11 años fue un prodigio que ingresó en el Conservatorio.

Había visto un aviso clasificado en la mítica revista Pelo. “Se necesita tecladista para banda femenina”. Llamó al número publicado y atendió María Gabriela Epumer. De casualidad ambas eran vecinas de Devoto. Pegaron onda al toque.

No se trataba de bellezas hegemónicas. “Nos importaba más estar pintarrajeadas que estar lindas -se ríe Sinesi-. Pintadas y vestidas con ropa del cotolengo. Una vez nos preguntaron si nosotras éramos un invento. Fue un periodista. Nos trató de ‘invento’, dicho de forma fea, peyorativa. Para responderle hicimos Somos un invento, tema que está en Vale Cuatro (1986). “Nos gustaba ridiculizábamos mucho. Nos poníamos cosas extrañas. Parecíamos payasas”.

En otras palabras, sus siluetas públicas no derrochaban la sensualidad que la década del ’80 pedía a gritos con emergentes pulposos como Camila Perissé, Edda Bustamante, Adriana Brodsky, chicas Olmedo o “gatitas” de Porcel.

Producto de una lengua absuelta y carente de solemnidad, sus letras llamaban la atención con temáticas alrededor del uso de siliconas, del transformismo o de masturbarse en el baño. Los chicos cantaban «Vení, revolveme el estofado», sin saber lo que estaban diciendo.

Sinesi: “Mi mamá me decía que parecíamos Los Beatles. En un show me tuvieron que sacar a upa dos policías. Una locura. Si no intervenían, el público iba a voltear las paredes del camarín».

María Gabriela Epumer, fallecida en 2023, era la guitarrista de Viuda e Hijas de Roque Enroll. Luego de la banda, tocó por años con Charly García.María Gabriela Epumer, fallecida en 2023, era la guitarrista de Viuda e Hijas de Roque Enroll. Luego de la banda, tocó por años con Charly García.

Mavi Díaz contó un a vez que la crítica especializada las ninguneaba. “Fue jodido hasta que sacamos Vale 4 y en el Suplemento Sí, el Flaco Spinetta nos eligió en todos los rubros: mejor disco, mejor cantante, mejor canción, mejor bajista, todo. A partir de ese día, los críticos dijeron:‘Las viudas me gustan de toda la vida’”.

El 4 de abril de 1986 explotaron el estadio Luna Park, luego viajaron a Nueva York y editaron su tercer álbum, Vale Cuatro, que tuvo un buen lanzamiento y -¿gracias a Spinetta?- fue bien recibido por la prensa. Se trató del último disco de su período más exitoso.

-¿Por qué se separaron?

-Todo muy meteórico -se hace cargo Mavi Díaz-. Después de aquel show en Capitán Sarmiento, tocamos en La Esquina del Sol y a partir de ahí fue crecer, crecer crecer. Duramos tres años. Tras el Luna Park nuestra compañía discográfica entró en quiebra, el negocio de la música todavía era muy incipiente y nosotras, muy chicas. Se vendió nuestro contrato en un millón de dólares a la EMI. No vimos ni un mango. A raíz de eso empezamos con dramas legales, abogados y demasiado desgaste para semejante espíritu juvenil.

Al final del ’87 íbamos de abogado en abogado y fui yo la que la que decidí dejar a las Viudas: Chicas, no tengo ganas de componer ni de estar todo el tiempo pensando en esto. Fue un poco de rebeldía, un poco hartazgo, un poco de inexperiencia y mucho de la soledad de los artistas, a quienes cagaban sistemáticamente. Preferí irme. Las chicas se enojaron bastante conmigo, de hecho intentaron hacer un casting para buscar otra cantante, y no resultó. Tardamos en volver a hablarnos. Yo sentí que les había hecho un daño.



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