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29 de junio de 2024
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Espectáculos

violencia de género, alcoholismo y un triste final


Starsky y Hutch fue una de las series icónicas en la televisión mundial durante los años ’70, cuando una enorme variedad de ficticios policías arrasaba con el rating y ponía de rodillas la atención familiar y popular. Los había de todo tipo y color, en un desfile variopinto que incluía policías griegos (Mannix y Kojak), italianos (Baretta), estrábicos (Columbo), féminas (Mujer Policía) y hasta ¡jubilados! (Barnaby Jones).

Pero quienes de verdad se llevaban el premio a «Los detectives de la década», sin duda alguna eran Starsky y Hutch, esa dupla de policías judíos (así se los conocía en el panteón televisivo de aquel momento), que eran como esos primos cancheros que de niños cualquiera de nosotros hubiéramos querido tener. La idea era simple pero eficaz: una pareja despareja.

Esa fórmula (dos personas diametralmente opuestas obligadas a convivir) había resultado ya todo un éxito en el cine de distintas épocas, desde El gordo y el flaco hasta Extraña pareja. Se trataba entonces de aggiornar la misma fórmula, pero en un ámbito distinto: el de la delincuencia en las calles de una gran ciudad. Y vaya si dio resultado.

La serie había sido diseñada por William Blinn, un guionista y director de la televisión estadounidense en cuyo récord se inscriben perlas como Revólver a la orden, Caravana, Raíces y Fama y que, como dato curioso, iba a escribir en los años ’80 el guion de la película Purple Rain para Prince.

Blinn trabajó sobre una idea del magnate televisivo Aarón Spelling, productor hiper exitoso que aún hoy mantiene el récord como el productor más prolífico del mundo, con títulos como Los Ángeles de Charlie, La isla de la fantasía y Dinastía, entre docenas de mega éxitos.

Spelling (que estaba casado con la actriz Carolyn Jones, Morticia de Los Locos Addams) sabía que su idea no podía fallar, y luego de un extenso casting realizado en casi todos los estados del país, encontraron a los actores adecuados.

Paul Michael Glaser era además un director de teatro y cine en ciernes, muy interesado en la cultura clásica europea. Él iba a ser David Starsky, morocho y el más pendenciero de la dupla.

Para el rol de su compañero, el detective Kenneth “Hutch” Hutchinson fue contratado David Richard Solberg, de nombre artístico David Soul. El hijo de un pastor luterano que ya en 1967 solía aparecer en programas de aficionados al canto con su guitarra y sus canciones country. En esa época aparecía con un pasamontañas que le ocultaba el rostro porque, decía, “quiero que me conozcan por mi música y no por mi cara”. Bueno, sí, le salió al revés.

Starsky y Hutch, con el Ford Gran Torino que era casi un tercer protagonista de la serie.Starsky y Hutch, con el Ford Gran Torino que era casi un tercer protagonista de la serie.

Un auto espectacular

La serie se transmitió en 92 capítulos (más el piloto que duraba hora y media) entre 1975 y 1979, y para darle un mayor sello de personalidad al envío allí estaba ese magnífico auto rojo, el Ford Gran Torino con una raya blanca en forma de pipa a cada costado. Casi podríamos decir que el auto era en verdad un tercer protagonista, truco que luego iba a replicarse con el increíble General Lee en Los Dukes de Hazard.

En la serie se suponía que el coche le pertenecía a Starsky, y que Hutch manejaba un destartalado y descascarado modelo de auto americano no identificado que siempre tenía problemas mecánicos. Esto daba pie a las chanzas de Hutch, quien con un dejo de envidia hablaba del auto de Starsky como “ese tomate con rayas”.

Se utilizaron básicamente 10 unidades para cada temporada de la serie. Nueve tenían un motor de 8 válvulas y 427 CV. Pero el décimo, que se usaba para las persecuciones, tenía además de eso un motor potenciado. O sea que volaba por las calles de la ficticia Bay City, donde solía transcurrir la acción.

Tan famosa se hizo la máquina que antes de discontinuar el modelo la fábrica Ford lanzó una edición especial de 1.000 unidades nombrada como “Ford Gran Torino Starsky & Hutch”. Hoy se revenden a precios prohibitivos.

El Ford Gran Torino de Starsky & Hutch. Antes de discontinuar el auto, la fábrica sacó una edición especial con el nombre de los policías de ficción.El Ford Gran Torino de Starsky & Hutch. Antes de discontinuar el auto, la fábrica sacó una edición especial con el nombre de los policías de ficción.

Los detalles de originalidad en la serie estaban a la orden del día.

Por ejemplo, las zapatillas que utilizaba Starsky, y que jamás se las cambió durante los más de noventa episodios, eran unas Adidas SL 72 azules (SL significaba Súper Ligeras) que fueron las primeras de esa marca en utilizar el famosísimo trifolio (las tres tiras blancas) y que hoy, por esas cosas de las modas, son tendencia). Luego estaba el pulóver tejido con agujas. Un cárdigan con solapas y lazo a la cintura que se consigue en Amazon.com por menos de 100 dólares.

El rubio Hutch (lo vendían como el intelectual de la pareja) gastaba enormes sacones de cuero, marrones casi siempre, con poleras de diversos colores que hacían resaltar más el azul de sus ojos.

Luego venían los sidekickers, personajes secundarios que por supuesto debían estar a la altura. Como el flacucho y llamativo Huggy Bear (Oso abrazable, en su traducción) personificado por el actor Antonio Fargas, quien se había hecho famoso por su papel en Shaft, uno de los primeros films de blaxploitation (cine hecho pura y exclusivamente por negros en los años ’70).

Huggy Bear era el pimp (en la jerga, lisa y llanamente un cafishio) y soplón que incluso llegó a protagonizar todo un capítulo. ¿Y quién podría olvidar al gruñón capitán Harold Dobey? Lo componía Bernie Hamilton, un reconocido actor, hermano del baterista de jazz Chico Hamilton (compañero de Charlie Mingus y Dexter Gordon) que había obtenido cierta fama en filmes junto a Frank Sinatra y Spencer Tracy.

Durante cuatro temporadas Starsky & Hutch llegó a tener tanta popularidad que hasta se dice que el presidente de los Estados Unidos en ese momento, Gerald Ford, aplazó una audiencia para ver el capítulo de ese día de su serie favorita.

Pero como cantaba Vox Dei, todo tiene un final, todo termina. Y generalmente no de la mejor manera. A fines de la tercera temporada en el país del norte se genera una especie de campaña contra la violencia en la televisión.

Los primeros problemas y la debacle

La serie no ahorraba golpes, ni persecuciones ni tiroteos de toda índole, por lo cual inmediatamente es puesta en la mira, para horror de sus guionistas.

Paul Michael Glaser, David Soul y Antonio Fargas, en Londres, cuando se estrenó la película sobre "Starsky y Hutch" que hicieron Ben Stiller y Owen Wilson. Foto: AP
Paul Michael Glaser, David Soul y Antonio Fargas, en Londres, cuando se estrenó la película sobre «Starsky y Hutch» que hicieron Ben Stiller y Owen Wilson. Foto: AP

Y aquí hay una teoría que dice que ante aquel escenario los escritores deciden bajarle el tono al aspecto policíaco-violento (los dos muchachos no se andaban con vueltas a la hora de las piñas) para incrementar de forma ambigua, por supuesto, lo que era una relación de amigos-compañeros y algo más entre los dos protagonistas. Dicho en otras palabras, se dejaba entrever cierta relación con tintes de homosexualidad.

De manera muy sutil (en la apertura de la serie ambos están en un sauna solo cubiertos por una pequeña toalla de la cintura para abajo, en los capítulos comienzan a abundar los abrazos y la emocionalidad del tipo “yo te comprendo, veni a llorar a mi pecho”) se da a entender que entre ellos podría haber algo distinto, detalle que a más de uno en aquel momento le resultaba cuanto menos curioso.

Y ahí, ya en la cuarta temporada, es cuando el interés del público (y la pacata sociedad estadounidense hace su trabajo) decrece de manera notoria. El rating se desmorona.

A ello hay que sumarle que Paul Michael Glaser (Starsky) ya estaba harto de su personaje y amenazaba con abandonar la serie para dedicarse a la dirección cinematográfica. Otro dolor de cabeza para los guionistas, que primero piensan en seguirla sólo con Hutch (“matando” a Starsky en un capítulo previo), pero que finalmente concluyen en que eso jamás funcionaría.

Así el 15 de mayo de 1979 se emite Dulce venganza, el último capítulo de Starsky & Hutch. Y junto con la cancelación llega la debacle para sus dos protagonistas.

Pero sobre todo para David Soul. Volcado ya casi totalmente a la música y al canto, el rubio lanza cuatro álbumes de country-pop (uno de sus temas llega al primer puesto de la revista Billboard) y comienza una gira que incluso lo trae a la Argentina (merced a su sello discográfico Polydor) para promocionarlos, aunque sin demasiada suerte. Todos quieren ver a Hutch persiguiendo maleantes, pero el canto… Gracias David, tal vez en otra oportunidad.

David Soul. Después de la serie se dedicó a cantar, pero afloraron sus adicciones y su violencia.David Soul. Después de la serie se dedicó a cantar, pero afloraron sus adicciones y su violencia.

Las adicciones de David Soul

Soul ya venía con serios problemas de adicciones. Un poco por drogas, pero mayoritariamente por su inclinación desmedida al alcohol. Su vida privada estaba signada por varios escándalos e incluso en 1986 fue demandado por su tercera esposa, Patti Carnel-Sherman, que con un embarazo de siete meses lo acusó por violencia de género al asegurar que el actor reiteradamente llegaba borracho a la casa y la golpeaba: “David es un monstruo fuera de control -le dijo ella al juez-. Un Jekyll y Hyde loco y vicioso, me confesó que antes de mí también solía pegarle a sus otras mujeres”.

Los diarios sensacionalistas de esa época lo crucificaron, y no sin razón. David Soul fue encarcelado y salió bajo fianza, pero con la condición de tomar sesiones de terapia para controlar su carácter salvaje.

Así y todo, el actor volvió a casarse en dos oportunidades más. Pero los problemas jamás se alejaron de él. Mal administrador de todo el dinero que había obtenido por la serie, terminó de fundirse con la producción de unos documentales que lo llevaron a la ruina.

Fumador incansable, tenía diversos problemas pulmonares que desembocaron finalmente en un cáncer. Confinado a una triste silla de ruedas, finalmente David Soul falleció el 24 de enero de este mismo 2024, a los 80 años de edad.

De grandes. David Soul y Paul Michael Glaser, en 2004, en California. Foto: AFP
De grandes. David Soul y Paul Michael Glaser, en 2004, en California. Foto: AFP

Las duras pérdidas de Paul Michael Glaser

La vida de Paul Michael Glaser a posteriori tampoco fue un lecho de rosas. Luego de cancelada la serie fue perdiendo poco a poco su popularidad. Apareció como invitado en algunos programas de los años ’80 y dirigió un par de capítulos de la exitosa Miami Vice, donde indudablemente Starsky y Hutch fueron su más notorio antecedente. También dirigió a Arnold Schwarzenegger en el film Carrera mortal (1987) y fue quien estuvo tras las cámaras en The Cutting Edge (1992), la historia de una patinadora olímpica que tuvo tres secuelas.

Paul se casó en 1980 con Elizabeth Glaser, quien un año después fue contagiada de sida por una mala transfusión de sangre mientras daba a luz a su hija, Ariel. Ella no supo que portaba el virus hasta cuatro años después. Su hija falleció en 1988 y Elizabeth murió en 1994.

Dos años más tarde Paul contraía enlace con la ejecutiva y productora de Hollywood Tracy Barone, de quien iba a separarse en 2007.

Actualmente Paul Michael Glaser está jubilado. Pudo dejar atrás una etapa de sufrimientos y a sus 80 años de edad se dedica a pasear, a tocar su guitarra Ovation (“Me compré la misma que tenía David”, contó), nadar y dedicarse de lleno a la Fundación Elizabeth Glaser Pediatric Aids, que brinda ayuda a niños y adolescentes contagiados con HIV.

Starsky y Hutch fueron tan famosos que en 1993 la empresa japonesa multinacional de video juegos Namco lanzó al mercado Lucky & Wild (los nombres de los dos aventureros del game cuya traducción sería Suertudo y Salvaje). Uno de los más emblemáticos juegos de Arcade de carreras donde los personajes están absolutamente inspirados en la famosa dupla de policías televisivos.

Y si alguno tiene añoranzas de la serie bueno, en Internet están a la venta las réplicas del Gran Torino rojo, e incluso la patente, que era “California-Zebra Three”; el pulóver de Starsky y algún que otro saco de cuero marrón. Además de las zapatillas del morocho.

Revisemos finalmente dos curiosidades para los coleccionistas de pequeños grandes momentos: uno sucedió en pleno éxito de la serie, cuando en el final de la temporada 2, capítulo titulado «Starsky y Hutch son culpables», ellos se encuentran con ¡otros Starsky y Hutch! Es decir, una pareja de dobles conduciendo un auto del mismo modelo y que intentaban incriminarlos en distintos delitos.

Ben Stiller, David Soul, Paul Michael Glaser y Owen Wilson, en la película "Starsky y Hutch".
Ben Stiller, David Soul, Paul Michael Glaser y Owen Wilson, en la película «Starsky y Hutch».

Y por supuesto los verdaderos fans no pueden obviar la escena final del filme de largometraje homónimo de 2004, cuando Ben Stiller y Owen Wilson haciendo de Starsky y Hutch se topan con los verdaderos protagonistas (Soul y Glaser), vestidos con las mismas ropas y bajando del mismo automóvil.

Un homenaje más que merecido a estos dos policías que tantas horas de diversión y aventuras le regalaron al mundo hace ya más de cuarenta años. Larga vida a Starsky y Hutch.



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