Graciela Sosa (57) y Silvino Báez (50) tienen el corazón cansado. No tienen ganas de escuchar lo que diga Máximo Thomsen ni ninguno de los ocho rugbiers condenados por el crimen de su único hijo, Fernando Báez Sosa (18), quien en sus primeras vacaciones sin sus padres recibió una paliza brutal tras una discusión en el boliche Le Brique, de Villa Gesell, adonde había ido con unos amigos del Colegio Marianista, de Caballito, y con su novia Julieta.
«Yo acá trabajando. Prefiero que hable con el doctor (Fernando Burlando)», responde Graciela, quien prefiere no opinar de los dichos de quien fue señalado por los testigos como el líder de la patota que asesinó a Báez Sosa y dio una entrevista a Telenoche, de El Trece, desde la cárcel.
Además, la pericia scopométrica de la Policía Federal arrojó un dato contundente: la marca que dejaron los asesinos en el maxilar izquierdo de la víctima era de la zapatilla de lona negra, marca Cyclone, que usaba Thomsen.
Ese calzado tenía manchas de sangre en las punteras blancas. «¿De quién es esta zapatilla?«, indagaron un perito y el fiscal que encabezó el allanamiento en el hospedaje donde fueron detenidos los sospechosos aquella mañana del sábado 18 de enero de 2020.
«De Pablo«, respondió uno de ellos, quien añadió que se había ido a Zárate. «¿Qué Pablo?«, repreguntaron los funcionarios: «Ventura«, completó Thomsen, según declaró en el juicio el policía Fernando Linchetta. Se trataba de un remero que nada tenía que ver con el asesinato, que ni siquiera estaba en Gesell, por el cual estuvo preso cuatro días.
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El rugbier, uno de los cinco condenados a perpetua por el asesinato en Villa Gesell, intentó desligarse de la figura de premeditación.
«No me puedo olvidar de la zapatilla de Thomsen, del cuello de Fernando, de esa impronta que le deja a Fernando», manifestó Burlando a Clarín y advirtió que Thomsen «era el líder de la agresión y ahora es el líder de comprometer a los demás», con un «relato miserable».
«¿Vos tirás una patada al aire, como dice, y le dejás la marca en la cara de la impronta de la suela? Eso solamente se hace pisando y confirmando esa pisada, con más peso. Llora por él, no llora por Fernando, llora por lo que le toca vivir, se angustia por lo que le toca hoy pagar», sostuvo.
Por eso, resumió que todo lo que diga Thomsen «lastima mucho a la familia, a Silvino, a Graciela», que «ya tuvieron demasiado» y, además, los acusados «ya tuvieron la oportunidad de hablar» durante el juicio.
El 6 de febrero de 2023, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 de Dolores condenó a Thomsen (24) a prisión perpetua, junto a Matías Benicelli (24), Enzo Comelli (24), Luciano Pertossi (22) y Ciro Pertossi (24). A 15 años, como «partícipes secundarios», sentenciaron a Blas Cinalli (23), Ayrton Viollaz (25) y Lucas Pertossi (25).
Todos cumplen sus penas en la Alcaldía N° 3 de Melchor Romero, separados del resto de la población carcelaria. Este año, la Sala 2 del Tribunal de Casación penal bonaerense confirmó las condenas por el homicidio, pero le quitó el agravante de «alevosía» y mantuvo el de «premeditación«.
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El veredicto por el crimen de Fernando Báez Sosa: Máximo Thomsen se desmayó tras escuchar la condena a perpetua
Dos de ellos (Thomsen y Benicelli) ya no son representados por Hugo Tomei como el resto de los jóvenes. Sus abogados son Francisco Oneto y Carlos Attias, respectivamente, quienes en una nueva -y tardía- estrategia buscan deslindar de responsabilidades a sus clientes.
«Machu» fue, de entrada, el más comprometido. En la instrucción, la fiscal Verónica Zamboni aseguró que «causó un conflicto con la víctima dentro de Le Brique y luego, premeditadamente, le hizo una seña amenazante con su mano en su cuello cuando los patovicas se disponían a sacarlo del boliche«.
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Así sacaban a los rugbiers del boliche en Villa Gesell
Ese «conflicto» fue un incidente menor en la pista del boliche -Fernando lo empujó sin querer durante un «pogo» en el show de Neo Pistea y le pidió disculpas-, a lo que el rugbier -que estaba al lado de la barra- respondió incitándolo a pelear, según el relato de los testigos, aunque él ahora dice que Báez Sosa fue el primero en pegar (habló de «una piña» a Matías Benicelli).
Thomsen fue sacado por la fuerza de Le Brique. Báez Sosa también fue echado del lugar por tener la camisa rota y se quedó en la vereda de enfrente al boliche, tomando un helado, esperando a parte de sus amigos que seguían dentro del local.
Luego, Thomsen y el resto de los imputados se repartieron roles «para agredir físicamente a la víctima para darle muerte, sin que ni siquiera Fernando pudiese advertir la agresión, siendo que fue por detrás«.
Cinco testigos señalaron a Thomsen en las ruedas de presos como «uno de los agresores de Fernando«. La mayoría lo identificó como «el sujeto que le propinara patadas en el rostro (…) ya tendido en el suelo«.
También aseguraron que pegó «golpes de puño cuando Fernando estaba de pie e incluso una patada con su pierna derecha en el hemisferio izquierdo de la cara, cuando éste a raíz de un golpe había quedado de rodillas sobre el suelo«.
El examen médico realizado tras su detención detectó escoriaciones en los nudillos en la mano derecha y en el brazo, lo que denota que «esas lesiones fueron seguramente producto de la agresión proferida a Fernando Báez Sosa«.
Según la autopsia, Fernando murió «en forma traumática producto de un paro cardíaco traumático por shock neurogénico producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron hemorragia masiva intracraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea«.
En el juicio, Tomás Bidonde, amigo de Fernando, señaló a Thomsen. «Le pegó dos patadas en la cabeza, como puntinazos. Después recuerdo que lo agarró y le volvió a dar dos patadas. Lo agarró de la cabeza», describió.
«El número uno, ese que va al frente y más se la banca era al que sacaron del boliche entre dos. El que pegaba afuera, que le dio las patadas en la cabeza», reveló en relación a Thomsen, el rugbier que fue sacado del boliche a la fuerza por dos patovicas y fue señalado por el jefe de seguridad de Le Brique como «violento».
El kiosquero Sebastián Saldaño también mencionó a Thomsen como el autor de la última patada.
«Thomsen le dio tres patadas en la mandíbula. Cuando cualquiera de nosotros quisimos impedir el ataque, no pudimos o nos sacaron. No nos dejaron ayudarlo», declaró Juan Bautista Besuzzo.
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Así actuaron los rugbiers luego de matar a Fernando Báez Sosa
Y Luciano Bonamaison, otro de los amigos de Báez Sosa, sumó: «Vi cuando Máximo Thomsen le pega una patada a Fernando con odio, con brutalidad, con intención de matarlo. Arengaban diciendo ‘vamos, vamos, mátenlo al negro de mierda’».
Tras el crimen, el rugbier se cambió, se puso una remera verde y se fue a comer una hamburguesa a un McDonald’s junto con Lucas Pertossi.
Más tarde caería la Policía a detenerlos en la casa que alquilaban. Más tarde lo complicarían los testimonios, las imágenes de la golpiza, la pericia scopométrica, esa que reveló la marca de su zapatilla en el rostro de Fernando, una marca indeleble que todavía duele en el corazón de Graciela Sosa y Silvino Báez.
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Eduardo Benicelli, padre de uno de los cinco condenados a prisión perpetua por la coautoría del asesinato de Fernando, habló sobre la sentencia de Matías.