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14 de mayo de 2025
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TecnoTecnología

¿Se puede seleccionar el embrión potencialmente más inteligente en la fecundación in vitro?


Es la expectativa de tantos que están a punto de ser padres: que su hija o hijo sea el más sano, el más guapo, el más inteligente, el más exitoso. Comprensible, desde luego. Pero todo tiene un límite. ¿Y dónde está esa frontera? Si en técnicas como la fecundación in vitro se llega a pensar en someter a los embriones a un cribado genético para seleccionar al potencialmente más inteligente, probablemente ya se haya evaluado el límite entre el sentido común y una inquietante forma de eugenesia. No se trata de un escenario de ciencia ficción ni del argumento de una serie distópica: como afirma The Guardian, hay una startup estadounidense, Heliospect Genomics, que ha empezado recientemente a ofrecer un servicio de este tipo a las parejas que se someten a una fecundación in vitro. A manos del diario ha llegado una serie de videos en los que se muestra que la startup ofrece el servicio de cribado genético del cociente intelectual a un precio de unos 50,000 dólares por cada centenar de embriones, asegurando poder obtener así un aumento de unos seis puntos en el IQ, y que la técnica ya ha sido utilizada en varias parejas.

La hipótesis que se desprende de la información actualmente disponible no solamente es cuestionable desde el punto de vista ético, sino también científico, ya que la relación entre el cociente intelectual (que es en sí misma una cuestión debatida: varios estudios han puesto en duda la correlación real entre el IQ y la «inteligencia» en sentido amplio) y la genética no está nada clara: los genes desempeñan sin duda un papel, pero hay que considerarlo dentro de un panorama mucho más complejo en el que también entran en juego factores ambientales y sociales.

De incógnito

Pero vayamos por orden. Todo empezó con una investigación realizada por el grupo activista Hope Not Hate (Esperanza, no odio) que se infiltró en una startup llamada PolyGenX, grabando en secreto imágenes de reuniones con empleados. En los videos se escucha a uno de ellos explicar que se pueden elegir hasta cien embriones en función del «coeficiente intelectual y otros rasgos deseados», como el sexo, la altura, el riesgo de obesidad y el riesgo de enfermedad mental. La empresa sostiene haber desarrollado herramientas predictivas a partir de datos extraídos del UK Biobank, un repositorio que recoge datos de más de medio millón de voluntarios británicos y los pone a disposición «solamente para proyectos de interés público». ¿Qué papel desempeña Heliospect? Aquí las cosas se vuelven aún más nebulosas, y entra en juego un tal Michael Christensen, directivo danés con formación comercial y fundador de PolyGenX: » Según documentos de la empresa «, explican desde Hope Not Hate, «PolyGenX Research, ahora conocida como Genotribe, tiene su sede en Sheridan, Wyoming. Uno de sus responsables refiere que la empresa está actualmente inactiva [dormida]. Otra compañía que trabaja en el campo de la genética está registrada en la misma dirección: se llama Heliospect Genomics y tiene poca visibilidad en línea, excepto por un sitio web que la describe como ‘una startup que trabaja en el campo de la biotecnología para la predicción genómica’ […] Por lo que hemos reconstruido, Heliospect Genomics es la startup que está detrás de PolyGenX. Sabemos que Christensen es CEO y fundador de ambas. Un sitio de investigación científica le identifica como persona de contacto de Heliospect, y un correo electrónico de su representante deja claro que es el creador de ambas empresas. Según tenemos entendido, PolyGenX es un producto y Heliospect una empresa filial». Las pistas que vinculan a PolyGenX y Heliospect no acaban ahí: «El Biobanco del Reino Unido publica un informe sobre cada proyecto que aprueba. PolygenX no aparece en ningún informe, pero el 9 de junio de 2023 un hombre llamado Alexandros Giannelis fue identificado como investigador principal en un proyecto en nombre de Heliospect Genomics y solicitó información para probar ‘técnicas avanzadas en nuevos datos genéticos’.»

Consultados por The Guardian, los directivos de Heliospect afirmaron que la empresa (con sede en EE UU, donde la legislación en la materia es más laxa que en Europa) opera en cumplimiento de todas las leyes y normativas vigentes, y que el servicio está aún en fase de desarrollo y, por tanto, todavía no se ha anunciado al público. Ya se habían dado algunas pistas sobre las intenciones de Heliospect: en 2023, Christensen habló del brillante futuro de la selección genética, que permitiría a todo el mundo «tener tantos hijos como quiera, básicamente libres de enfermedades, inteligentes y sanos: Va a ser fantástico», previendo la posibilidad de cultivar óvulos en el laboratorio y crear embriones a escala industrial, hasta un millón, de los que podría seleccionarse un «grupo de élite». Contactada tras la investigación, Heliospect se retractó más tarde, señalando que en ningún caso se dedicaría a la producción de óvulos o embriones a escala industrial, y mucho menos a la «selección de élite» en función del cociente intelectual u otros rasgos. Sin embargo, los vídeos adquiridos parecen contradecir estas afirmaciones.

¿De dónde viene la inteligencia?

Como decíamos, la cuestión es científica incluso antes que ética. Entender de dónde viene la inteligencia y qué es exactamente es un dilema muy antiguo que sigue siendo difícil de responder. Lo que sí se sabe con razonable certeza es que no son solo los genes o solo el entorno los que determinan la inteligencia, sino su compleja interacción: en las mismas condiciones económicas y educativas (óptimas), las diferencias de inteligencia dependen también en gran medida del ADN, pero en entornos pobres y difíciles hasta al mejor genoma le cuesta emerger. Un estudio publicado en 2015 analizó el genoma de casi 1,500 personas con un coeficiente intelectual excepcional superior a 170 (es decir, mayor que el 99.97% de la población; los premios Nobel tienen una media de 145, y la población general de 100), comparándolo con el de unas 3,000 personas medias y centrándose en particular en los llamados polimorfismos de un solo nucleótido (SNP), es decir, variantes de una sola letra del ADN dentro de un gen. Se llegó a la conclusión de que no existe un «gen del genio«, sino que lo que marca la diferencia es probablemente la suma de buenas versiones de varios genes: por lo general, las personas muy inteligentes no tienen unos pocos genes excepcionales, sino que han tenido la suerte de heredar un gran número de variantes buenas, aunque bastante comunes, de todos los genes implicados. Desde entonces, otros estudios han corroborado este resultado, confirmando también que el efecto del entorno cuenta (al menos) tanto como el de la genética. Precisamente por esta complejidad, según nuestros conocimientos actuales, la idea de intervenir genéticamente para seleccionar a personas con una inteligencia superior a la media está muy por encima de las posibilidades reales de la ciencia y la tecnología. «No creo que las afirmaciones de Heliospect “, comentó, de nuevo a The Guardian Hannk Greely, profesor de la Universidad de Stanford, ”demuestren la capacidad de hacer predicciones genéticas sobre la inteligencia futura de los embriones con la suficiente previsión como para producir algo más que incrementos irrisorios. Mi primera reacción es que, sencillamente, esto no es cierto».

¿Súper… pollos?

Por cierto, hay que tener mucho cuidado cuando se mete mano en el genoma. Los partidarios de la selección de embriones citan a menudo el éxito de ciertos programas de cría de animales como prueba de los beneficios de la selección genética, olvidando, sin embargo, que estos programas han tenido a veces resultados dramáticos: este fue el caso, por ejemplo, de la cría de «súper pollos» obtenidos hace una década mediante la selección de generaciones sucesivas de gallinas particularmente prolíficas en un intento de aumentar el rendimiento de los animales. El intento acabó en un baño de sangre: los superpollos también resultaron ser superagresivos, volviéndose unos contra otros. Predecir lo que puede ocurrir a los humanos es imposible: mejor ser muy precavidos.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



Wired | Fuente Oficial