Javier Milei no coincide con los cuestionamientos que escucha en torno a su Gabinete. El Presidente suele decir que sus ministros están cumpliendo una tarea “monumental” y que está muy conforme con los resultados de su gestión, en especial con aquellas áreas sobre las que opositores y medios de comunicación vuelcan duras críticas. “Le pegan porque es una máquina de romper curros”, es el razonamiento que aplicó la semana pasada a su amiga Sandra Pettovello (Capital Humano), pero que comprendió al resto en algún momento desde el 10 de diciembre.
Aunque evita decirlo para no herir susceptibilidades, tiene favoritos por los que, al igual que en el caso de Pettovello, ha intervenido personalmente cuando escuchó versiones que consideraba inapropiadas, pero el respaldo es generalizado: altas fuentes de Presidencia descartan cambios en las primeras líneas del Gobierno, a pesar de las críticas que surgen sobre distintas áreas y que no ocultan “ruido” con segundas y terceras líneas.
“No hay nada en evaluación porque el Presidente no da vueltas, no le tiembla el pulso: cuando ve algo que no le gusta, toma decisiones. Y eso claramente no está pasando”, fue la respuesta que dieron en uno de los despachos más encumbrados de la Casa Rosada.
“(El Presidente) no está evaluando cambios. En un gobierno nadie tiene el puesto asegurado, pero ¿por qué va a cambiar algo que está funcionando?”, amplió un importante funcionario de extrema confianza de Milei, que aprovechó su viaje a Estados Unidos para subir al avión al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, en medio de versiones que dieron cuenta de cortocircuitos entre ambos.
En la previa a la gira, el jefe de Estado se ocupó de relativizar el rol preponderante que tuvo su hermana, la secretaria general de Presidencia, Karina Milei, en la última reunión de Gabinete, en la que Posse, ante su ausencia, era el que debía llevar las riendas. Al advertir que los medios de comunicación señalaban que la cita había sido presidida por Karina, el propio Presidente se ocupó de aclarar que en la conducción había estado el ministro coordinador.
“Hace unas semanas hubo algo de ruido pero ya está, ya pasó: está solucionado”, indica un alto funcionario, una de las cuatro voces de primera línea que admiten la tensión. Fueron días en los que por el clima, según repasan ahora, se esquivaban: cuando uno iba a Gabinete, el otro faltaba. Es un detalle curioso si se tiene en cuenta que, al asumir, el Presidente consideraba a Posse como el mejor de sus amigos en el Gobierno. Incluso por encima del ministro del Interior, Guillermo Francos, con quien también compartió muchos años en la Corporación América, de Eduardo Eurnekian.
No trascendieron los motivos de las fricciones, pero a Posse, un ferviente cultor del perfil bajo y reacio a hablar con los medios, varios ministros le desconfían por su insistencia para proponer nombres -en muchos casos sin demasiado nivel- en distintas áreas de la gestión.
Mientras las acciones de Posse perdieron terreno, el asesor todoterreno Santiago Caputo se transformó en uno de los imprescindibles de Milei, que incluye al publicista en la “triada” de poder que tiene con su hermana. “Santiago es como un hermano”, resume.
A Caputo también debió salir a defenderlo luego de la marcha universitaria, en la que alrededor de un millón de personas se manifestó en todo el país en defensa de la educación pública. Lejos de señalarlo como el responsable de un error no forzado del Gobierno, Milei lo marcó como el artífice de una “victoria contundente”, al lograr una nueva demostración del “principio de revelación”, porque “se juntaron todos” los políticos en su contra.
La decisión de respaldar a la tropa tiene que ver con blindar a los funcionarios de críticas externas, pero también de poner límites a las internas. Como contó Clarín días atrás, el mandatario fijó su postura ante las rispideces que advirtió en su equipo. Y planteó: “Al que hace una operación, lo echo”.
Hay antecedentes: el Presidente fue implacable cuando, tras una filtración, le pidió la renuncia a Guillermo Ferraro (Infraestructura). También al relegar al secretario de Prensa, Eduardo Serenellini, cuando entendió que se extralimitó al desafiar al vocero presidencial, Manuel Adorni, su brazo ejecutor -y el de Karina- en materia de comunicación.
El jefe de Estado no reniega de las acaloradas discusiones que presencia entre sus ministros. De hecho, en diálogo con FM El Observador, dio detalles de cómo lo vive: “Las reuniones de Gabinete son muy divertidas. Cuando tenés gente talentosa se debate fuerte”.
En esa misma explicación, el Presidente recordó que “otros se reunían, pero después iban a los focus group y luego tomaban las decisiones”, en lo que fue una alusión al Gabinete de Mauricio Macri. La referencia refuerza el malestar que hay en Balcarce 50 contra un sector del PRO, encolumnado detrás de Mauricio Macri, al que señalan por las versiones de cambios. “Es la gente de Mauricio, porque quieren poner nombres ellos”, sostienen. Milei, sin embargo, toma distancia de eso.
Con todo, en el Gobierno no niegan “ruido” con algunas “segundas y terceras líneas” de la administración, como el caso de la directora general de la Aduana, Rosana Lodovico, denunciada porque habría recibido un crédito de una empresa investigada por contrabando. Su permanencia está en análisis.
”Los ministros definen sus equipos con absoluta libertad, depende de ellos hacer ó no hacer cambios”, es el mandamiento del Presidente. Cerca suyo remarcan que la decisión del ministro de Defensa, Luis Petri, de echar a su jefe de Gabinete, el teniente coronel Carlos Federico Becker, es una prueba de ello: “No nos consultó. Y está perfecto”.