Días después de que Máximo Thomsen rompiera el silencio y tratara de despegarse del crimen de Fernando Báez Sosa, ahora Matías Benicelli -otro de los condenados a perpetua- salió a hacer su descargo con una declaración que difundió su abogado, Carlos Attias. Allí, dijo que no fue parte del «pelotón de fusilamiento que a patadas segó la vida de Fernando» a la salida del boliche Le Brique de Villa Gesell y deslizó que Thomsen lideraba al grupo que «salía a buscar peleas» para «jactarse de supuestas hazañas».
«Nunca fui parte de un pelotón de fusilamiento que a patadas segó la vida de Fernando», afirmó Benicelli, a través de una declaración que el periodista Diego Estevez (A24) dio a conocer este martes, una semana después de que Thomsen lo nombrara en la entrevista televisiva en la que trató de despegarse del crimen de Báez Sosa.
Y añadió, en alusión a Thomsen, que durante todo el juicio fue apuntado como líder del grupo: «Ni fui uno de los que salían a buscar peleas por Zárate con otros grupos para jactarme de esas supuestas hazañas«.
En esa aparición pública, Thomsen había señalado a algunos de sus compañeros, con nombre y apellido, como protagonistas de la golpiza en la que Fernando perdió la vida en Villa Gesell. También había intentado sacudirse la caracterización como líder del grupo. Mencionó a Benicelli como quien habría recibido -según su relato- una trompada de Báez Sosa y a Blas Cinalli como quien se tiró encima de Báez Sosa. También nombró a Ciro Pertossi y a Enzo Comelli.
«Yo sé que no maté a Fernando, pero pido perdón de todo corazón en nombre de todos los que causaron su trágica desaparición», añadió Benicelli.
Benicelli y Thomsen son dos de los cinco rugbiers que recibieron condena a perpetua. Los otros son Ciro Pertossi, Enzo Comelli y Luciano Pertossi. Por su parte, Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi fueron condenados como partícipes secundarios y recibieron una pena de 15 años de cárcel.
En uno de los párrafos pidió la “misericordia de Dios” para que “les devuelva la paz” e “imparta Justicia”. De esta forma solicitó que “la muerte de Fernando sea recordada como la de un mártir, que ofrendó todo cuanto tenía, su vida». Cerró su texto al pedir que este caso sirva para erradicar la violencia de todos los lugares. Para que la violencia sea erradicada para siempre de todos los lugares «donde se reúnen los jóvenes para festejar la vida y no para invocar la muerte».
En diálogo con Clarín, el abogado Attias dijo que en rigor no se trató de una carta escrita por Matías. Reconoció, sin embargo, que es una serie de declaraciones del rugbier que reconstruyó el propio letrado y que le envió al periodista.
Además, le bajó el tono al cruce con Thomsen. “Desde el lugar en donde estaba Matías, es decir, en la parte trasera del Volkswagen Vento que estaba estacionado sobre la vereda, a unos cinco metros de donde Fernando Báez Sosa era asesinado, en la calle, en la parte delantera de ese auto, mal podía ver Matías quiénes eran los que lo pateaban”, sostuvo Attías.
Ante el trascendido de que el escrito formaba parte de una presentación judicial, el abogado explicó que -hasta el momento- la única carta oficial firmada por Benicelli fue la que dirigió a los jueces de Casación para cambiar de abogado, “ya hace un mes y medio, dos meses atrás” .
Benicelli, Thomsen y el resto de los rugbiers afrontaron el juicio con el mismo abogado: Hugo Tomei. Pero fueron ellos dos quienes se quejaron de la «defensa ineficaz» de aquel letrado y decidieron cambiar a sus defensas. Ahora son asesorados por Attias y Francisco Oneto, respectivamente, que buscan morigerar sus condenas.
Durante el juicio, el fiscal Juan Manuel Dávila consideró que Benicelli «tuvo el codominio del hecho», ya que contó con «la posibilidad de emprender, proseguir o detener el curso causal del delito».
Una de las pruebas claves para condenarlo fue «el hallazgo de sangre en la que se detectó el perfil genético de la víctima en todas las prendas que vestía el encausado aquella noche, lo que demuestra inequívocamente el contacto directo con el cuerpo de Fernando Báez Sosa y que fue uno de los cinco formó parte de los actos del ataque mortal».
Benicelli fue quien abrió la puerta a la Policía a las 10.30 del sábado 18 de enero, horas después del crimen, cuando se ordenó la detención del grupo de rugbiers de Zárate en el alojamiento donde se encontraban.
Un testigo lo ubicó como «agresor directo» de Fernando y al menos otro «agrediendo también a un amigo».
La declaración que Matías Benicelli le mandó a un periodista por el crimen de Fernando Báez Sosa
Querido Diego. Te agradezco la posibilidad de decir los que no puedo, porque no tengo medios más que lo que escribo, para que sepas que siento más la muerte de Fernando que mi propia existencia. Y no hay palabras para decir el dolor que me causa su ausencia. Sin el consuelo de su presencia en este mundo, solo me queda la esperanza de que esté junto a Dios iluminándonos el camino.
Tengo una hermana mayor que es preciosa y un hermano menor de 17 años a quienes quiero y extraño cada día, una mamá amorosa y un padre que es mi ejemplo de trabajo, de esfuerzo y de dignidad de vida. Con ellos aprendí el valor de la familia, a creer en Dios y a sostener valores que hoy, más que nunca, me sostienen en la prisión en la que estoy.
Nunca fui parte de un pelotón de fusilamiento que a patadas segó la vida de Fernando. Ni fui uno de los que salían a buscar peleas por Zárate con otros grupos para jactarme de esas supuestas hazañas. Estuve en el lugar y momento equivocado. Porque fui de vacaciones a Villa Gesell con un grupo de 9 personas. Y las causas que no justifico y los actos de algunos que nunca terminé de entender, terminaron absurdamente con una vida de un adolescente de 20 años. La misma edad que yo tenía. Por eso entiendo a los jueces que me condenaron y sobre todo comprendo y justifico a los padres de Fernando. Porque ellos creen que todos los que estuvimos aquella noche fuimos sus asesinos.
Pedir perdón parece una hipocresía, cuando no sale directo desde el corazón. San Francisco decía, es preciso amar para ser amado, perdonar, para ser perdonado. Yo sé que no maté a Fernando, pero pido perdón de todo corazón en nombre de todos los que causaron su trágica desaparición.
Mi solidaridad y mi amor está con los padres de Fernando, como está también con mi familia.
Me resta la esperanza de que la misericordia de Dios, nos devuelva la paz e imparta una justicia donde los hombres no alcanzan. Y que la muerte de Fernando sea recordada como la de un mártir, que ofrendó todo cuanto tenía, su vida. para que la violencia sea erradicada para siempre de todos los lugares, públicos y privados donde se reúnen los jóvenes para festejar la vida y no para invocar la muerte.