Este lunes ha dado comienzo en Valencia el juicio contra Marya Tereza, conocida como Teri. La joven está acusada de asesinar a su madre y convivir con el cadáver cuatro meses en su vivienda de L’Alcúdia de Crespins durante la época de pandemia. En la primera sesión la acusada ha admitido su culpabilidad, pero afirmando que fue su pareja en ese momento la que lo planeó todo.
Los hechos ocurrieron el 1 de abril de 2020. Teri, de 18 años, vivía con su madre desde que se había divorciado de su padre en 2014 y desde el 2018 mantenía una relación con un joven que en el momento del asesinato tenía 17 años. Ambos consumían diferentes drogas como cocaína, speed y sobre todo marihuana.
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Esto les llevó a tener deudas con uno de los camellos de la zona, que al parecer fue una de las razones por la que cometieron el crimen. La otra era la mala relación entre el novio y la madre. Sobre su relación la acusada ha declarado que “al principio era todo muy bonito”, pero con el tiempo empezó a maltratarla. “Yo se lo permitía porque pensaba que lo hacía por mi bien”.
La madre no estaba conforme con esta dinámica, lo que provocaba constantes discusiones entre las dos, según las declaraciones recogidas por Europa Press. Las peleas también involucraban al novio, que molesto, comenzó a planificar el asesinato.
El día del asesinato el joven se presentó en la casa con un cuchillo y varias barras de pan, ya que en ese momento era una de las pocas razones por las que se podía salir de casa. “Sabía lo que iba a hacer, sabía que iba a matarla”, ha relatado la hija, que vio como su novio rociaba con amoniaco a su madre.
Teri en ese momento coge a su perro y se esconde en el baño, ante la terrible situación. “Para mí él era lo primero. Me asusté. Estaba despistada. Iba a llamar al 112 porque se escuchaban los golpes y cómo mi madre luchaba. Entré en shock”, ha explicado.
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Sin embargo, no lo hizo y al salir del baño se encontró a su tumbada en el suelo llena de sangre: “Él empezó a decirme que tenía que hacer algo. Me dio un cuchillo y yo iba y no iba; iba y no iba y a la tercera fui y le corté en el cuello”. Para ella su madre todavía seguía vivía, ya que ha declarado que “escuchaba como agonizaba a través de la boca con la sangre y todo eso”. El novio siguió insistiendo hasta que al final ella lo hizo.
La autora convivió durante semanas con el cadáver de su madre tirado en el pasillo. Para no levantar sospechas, hizo creer a los vecinos que la víctima estaba de viaje. Lo que no pudo tapar, fue el olor que se desprendía de la casa, ni las sospechas de su hermando, que durante todo ese tiempo estuvo intentando contactar con su madre.
Sin embargo, el hecho que llevó al descubrimiento del crimen fue una llamada con una amiga. En esta, Teri le confesó haber cometido el asesinato y esta se lo contó a otro amigo, que fue el que acudió al cuartel de la Guardia Civil a alertar de lo ocurrido. El 20 de agosto los agentes fueron a la casa donde encontraron el cadáver momificado en la bañera y con heridas de arma blanca. Según revelaron los informes forense, habría permanecido en la casa unos cuatro meses, justo al principio del confinamiento por la pandemia.
Teri confesó los hechos ante la Guardia Civil, lo que llevó al arresto de ella y su pareja. El novio, al ser menor, ya fue condenado a siete años de internamiento por el Juzgado de Menores y ahora la otra acusada se enfrenta hasta 30 años de prisión, que es lo que piden la Fiscalía y la acusación particular que representa a su hermano. Sin embargo, gracias a que ha admitido su culpabilidad y ha pedido perdón, es probable que la pena sea menor.