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29 de junio de 2024
FM Del Condado
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Espectáculos

el 9 que se probó en Newell’s y tiró paredes con Messi


Es un gran desilusionador de hinchas. Desde hace once meses Christian Sancho tiene el ‘no’ a flor de boca. «No-soy-Cavani«, repite en la calle el dueño de los biceps 3D y los abdominales más esculpidos de la farándula argentina.

Más de 20 años transitados entre la televisión y el teatro y, sin embargo, miles lo descubren hoy como «El Edinson rosarino». El parecido viral de estos dos pelilargos que parecen escapados de un póster futbolero de los ’90 finalmente tuvo su broche de oro, el encuentro en una campaña publicitaria de TV satelital.

Una jornada de grabación de apenas 45 minutos en el Predio de Boca en Ezeiza le dio la certeza a Christian de que «Cavani podría ser buen actor». Filmaron cuatro escenas en tiempo récord y Sancho se llevó tres regalos: «El matador» lo invitó a almorzar, le obsequió su camiseta y un vino de su marca.

Anda por la calle confundiendo a curiosos el hombre que tuvo sueños de centrodelantero romperredes y que cuando estuvo a punto de ser periodista deportivo recibió un tackle del destino.

-¿Cuándo empezó esa confusión de la gente en la calle?

-Antes de que él llegara a Boca. En el partido despedida de Maxi Rodríguez el año pasado, en el que tuve el privilegio de que me invitaran a jugar en el estadio de Newell’s con Lionel Messi, recuerdo que un momento que me generó duda: me acerco al alambrado en una jugada y los pibes me decían «¡Cavani!». A veces me da lástima pincharles la ilusión y me resigno. Si quieren creer que soy, los dejo.

Edinson Cavani y Christian Sancho  en el comercial de DirecTVEdinson Cavani y Christian Sancho en el comercial de DirecTV

-¿Qué pasó en ese encuentro con Edinson?

-Me despertó lugares luminosos. Estar ahí y acordarme de todo el camino, de los círculos de la vida: cuando trabajaba como modelo en Italia, recuerdo prender la televisión y ver los goles de Cavani para el Napoli. El fútbol para mí es algo más grande, es mi amigo Darío, que perdió la vida a los 18 en un accidente, mi compañero de cancha. Es el día que me probé en Newell’s y quedé.

-¿Y qué te corrió de ese sueño?

-Mi vieja me aconsejó no abandonar el rugby y seguí jugando en Atlético del Rosario, y me fui de gira por Australia y Nueva Zelanda. Después cambié de planes y la vida me puso en lugares impensados. Y a Cavani también. Por la edad que tiene es un tipo de una sabiduría que me sorprendió.

Sancho compartió un almuerzo con Edinson y se prometieron un asado. Sancho compartió un almuerzo con Edinson y se prometieron un asado.

-Llegaste a Buenos Aires para ser periodista deportivo y algo pasó en el medio… ¿Cómo fue esa historia?

-Mi principal sueño era escribir en El Gráfico. Era fanático de esa revista, la leía todos los martes, la iba a buscar a la ciudad de Rosario porque me daba la posibilidad de cercanía con mis ídolos en los ’80, ’90. Me anoté en el Instituto de Ciencias de la información, ICI (en Avenida Corrientes y Boulogne Sur Mer), llegué hasta segundo año. Me faltó el tercero para recibirme. Mi gran referente era Macaya Márquez y esa manera maravillosa de contar lo que sucedía en un campo de juego. Tuve que dejar la carrera porque surgió la posibilidad de trabajar como modelo para la publicidad de Versace.

-¿Cómo fue esa historia con Versace?

-Algo totalmente inesperado. Yo vivía en una pensión de estudiantes en Pueyrredón y Mansilla. Iba a la facultad caminando y me frena una scouter, que buscaba modelos para la publicidad de Versace y estaba enviada a Latinoamérica especialmente para eso. Me preguntó si era modelo, le dije que no, insistió, caminó una cuadra conmigo y me pidió sacar una foto, una Polaroid en medio de Paraguay y Viamonte. Yo no entendía que estaba haciendo ahí parado. Como el teléfono de la pensión nunca funcionaba, le di mi número de beeper y el teléfono de Rosario. A las dos semanas me voy a pasar las vacaciones con mi familia a Rosario y me llaman a mi casa. Mamá atendía y colgaba. Atendía y colgaba.

-Yo le preguntaba qué pasaba y me dice: ‘Están jodiendo, dicen que te buscan de Versace‘. Atiendo y me proponen la campaña en Buenos Aires, con Bon Jovi y otros. Viajé, me fui a esperar toda la noche a un bar, la pensión estaba cerrada y como yo estaba corto de plata me tomé un café con leche, tres medialunas y un juguito. Después me tomé el 60 y llegué al Sans Souci. Hice la publicidad de calzoncillos para Versace y fue maravilloso, eso me dio la posibilidad de quedarme cuatro años entre Estados Unidos y Europa, Milán, París, Nueva York y seguir trabajando en un nivel muy alto, Calvin Klein, Dolce & Gabbana. En 1996 viajé por primera vez para el lanzamiento de la campaña, llegué y estaba todo Times Square con mi foto, un antes y después en mi vida.

Sancho y los abdominales que lo llevaron por el mundo.Sancho y los abdominales que lo llevaron por el mundo.

Hay una historia deportiva más allá de esos pectorales que terminaron en las páginas del libro Rock and Royalty, del diseñador italiano, al ladito de Tina Turner, Madonna y Lady Di. Los primeros recuerdos de la pelota están en el barrio rosarino Echesortu. Gambeteaba a la hora de la siesta en el playón de la fábrica de zapatillas Lingotti. «Jugaba de 9, era un Edi chiquitito y le pegaba fuerte», advierte. Su primer partido como espectador, resultó una accidentada jornada de gases lacrimógenos, caballas y balas. Lo llevó a un Newell’s-Racing el abuelo Esteban.

Corría 1983, hubo desmanes en la tribuna y tuvieron que salir huyendo sin ver el segundo tiempo. «La Lepra» ganó 2 a 1. «Lo recuerdo a mi abuelo haciendo de escudo humano para que nada pudiera lastimarme y me doy cuenta de lo que es capaz uno cuando ama: entregar la vida por el otro».

La prueba en Newell’s, con la categoría ’75 llegó un verano antes de cumplir los 15. A los pocos minutos de empezado el picado convirtió un gol y le comunicaron que formaría parte de las divisiones inferiores. Asistió a un par de prácticas y desistió.

El año pasado, el mismísimo Maxi Rodríguez lo invitó a su partido despedida en el Coloso, celebrado el mismo día en que Lionel Messi cumplía 36. Ante Fideo Di María, Gabriel Batistuta, Leandro Paredes y otras figuras de Selección, Sancho gambeteó y se dio el privilegio de un regreso amistoso a las canchas.

Christian Sancho y Edinson Cavani filmando en el predio de Boca.Christian Sancho y Edinson Cavani filmando en el predio de Boca.

El fútbol atravesó la vida del santafesino y le regaló capítulos de película. Protagonizó la película El crack, de Jorge Piwowarski, en la que encarna a un tal Diego, un ex jugador estrella que sufrió una lesión e intenta ganarse la vida como representante. También, compartió elenco con Carlos Bilardo en 2005.

En la pantalla de América, en el ciclo de humor Lo de Bilardo, Sancho encarnó a un fotógrafo paraguayo y forjó amistad con Héctor «El Negro» Enrique, el ex mediocampista que fue el intermediario para llegar a un tesoro de Diego Maradona.

Para abril de 2010, Sancho invitó a Enrique a su cumpleaños, y recibió como regalo una camiseta de «El Diez». «El Negro formaba parte del cuerpo técnico de Diego rumbo al Mundial de Sudáfrica y ese día le pidió permiso para irse antes. ‘¿Te vas a lo del pibe de los abdominales?‘. Esperá llevale esto’, lo detuvo Diego. Christian enmarcó el «trofeo» y lo colgó en la pared.

«Ahora la camiseta de Edi va a estar al lado de la de Maradona», avisa el actor que por estos días juega a ser clon del uruguayo en el aviso comercial de DirecTV. «Veo ese cuadro y me transporto a mis 11 años, a mi casa en Rosario, gritando con mi abuelo el gol a los ingleses mientras se caía una Coca Cola en el mantel de casa. Tomar gaseosa en ese momento era como comprarnos un BMW», se ríe.

Christian Sancho de niño.Christian Sancho de niño.

«Con Diego me crucé una única vez, en los Premios Clarín, cinco años antes de que me enviara la camiseta. Yo estaba nominado por Sin código, él hacía La noche del 10, llegó tarde, se sentó al lado y me dijo: ‘Vas a ganar‘. Y así fue y terminamos en el escenario posando para los fotógrafos en una foto memorable, extrañísima, con él y con Alfredo Alcón».

«Sancho sin panza», como lo apodan sus seguidores, siente que en sus 49 años, vivió varias películas, pero nada más asombroso que «el milagro de volver a nacer». A los tres años se golpeó la cabeza y eso lo llevó a permanecer 15 días en coma. Sufrió problemas motores y el tratamiento posterior se extendió unos años. El deporte, lentamente, le devolvió la soltura y lo rodeó de amigos.

«Mi accidente es para mí el ejemplo de que nunca hay que perder la fe de que se puede revertir la historia. yo pude revertir mis problemas físicos y psicológicos. Conocí desde muy chico la palabra resiliencia en un momento de adversidad, de mucho dolor y dificultad», se emociona. «Por eso la gratitud que tengo con la vida es enorme, me puso y me sigue poniendo en lugares inesperados. Me quedo con esa frase de Edinson el día que charlamos: «No hay que mirar un resultado, hay que mirar todo el camino».



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