“Es terrible ver a la Universidad como una monocultura ideológica de la censura donde no puede haber disenso”, dijo el doctor en Ciencia Política (por Sciences Po, Paris) Leonardo Orlando en un momento de la jornada organizada por la Dirección de Capacitación Parlamentaria del Senado de la Nación.
El evento, en torno al tema “La libertad académica y el peligro del discurso único en la Universidad”, se desarrolló bajo la forma de un diálogo entre Leonardo Orlando y la periodista y licenciada en Historia (UBA) Claudia Peiró, con palabras de bienvenida y de cierre a cargo de Camila Duro, directora de Capacitación Parlamentaria del Senado, y fue seguida por preguntas del público que llenó el salón auditorio Emar Acosta.
El argentino Leonardo Orlando, que reside en París desde hace 20 años, donde se formó y fue docente en el Instituto de Ciencias Políticas, expresó su preocupación por el hecho de que las universidades ya no sean el lugar donde se busca la verdad, “sino que se va con la corriente de la moral del tiempo”.
La charla giró en torno al divorcio de las ciencias sociales respecto de la biología y la evolución, las consecuencias que acarrea esta negación de las realidades biológicas en muchos planos de la vida, incluso en la legislación, y en la censura que acaba cuestionando la autoridad epistémica de las universidades.
Leonardo Orlando abandonó la actividad académica cuando fue víctima de censura en Sciences Po porque los “gender scholars”, es decir quienes hacen investigación y estudios de género, objetaron el enfoque que él iba a dar a dos cursos sobre esa temática que dictaría en 2022.
Actualmente, Orlando está en contacto con otros académicos “en exilio” de las universidades, de Francia, España y otros países, que buscan abrir el debate sobre esta tendencia al adoctrinamiento y al pensamiento único que desvirtúa la esencia de ese tipo de instituciones. De hecho, a fines de junio tendrá lugar un coloquio en el Senado francés organizado por Céline Masson y Caroline Eliaschev, dos psiquiatras francesas con las que él colabora, y que el año pasado coordinaron una comisión de investigación parlamentaria sobre la problemática de los menores trans.
“No me considero un cruzado -sostiene-, creo nada más que es un tema importante y sobre todo, que es un tema que genera mucho sufrimiento”; está el tema de “los niños trans, quizá mal diagnosticados”, pero también el impacto negativo de la ideología de género en las relaciones entre hombres y mujeres.
En su presentación, Camila Duro destacó que “la academia tiene que poder ser ese espacio de libertad donde todo el mundo pueda pensar, proponer, abrir el diálogo y el debate a las distintas ideas”.
A continuación, un resumen del diálogo y el debate.
Claudia Peiró: Me parece importante el aporte que puede hacer Leonardo Orlando, porque a muchos de nosotros nos pasa que cuando cuestionamos la ideología de género o la radicalización del feminismo -algo sin sentido en países donde las mujeres estamos recontra emancipadas-, lo que nos encontramos no es debate, sino insulto, descalificación o rechazo a escuchar. Muchas veces intuitivamente o por sentido común cuestiono algo de esto y luego encuentro gente como Leonardo Orlando, que tiene una formación que le permite darle a esa intuición un contenido más, más sólido, más científico. Esa es la razón por la que me parecía importante que él pudiera hablar en algún lugar institucional. Vale aclarar que esta no es una actividad partidaria, no es oficialista, ni opositora. Este es un tema transversal. Lo que Orlando puede aportar es muy útil para quienes tienen que tomar decisiones políticas y legislativas, pero también para mucha gente de la sociedad civil que se está organizando tratando de cambiar un poco el discurso dominante o de denunciar injusticias que se están cometiendo en nombre de este nuevo discurso único.
Leonardo Orlando: Me parece muy importante lo último que has mencionado con respecto a que esto no es algo partidario, sino transversal. Lo que sucede en las universidades nos involucra a todos como sociedad. Con respecto a lo sucedido en Sciences Po, ante todo hay que saber que no es un caso aislado, sino que se está convirtiendo en la norma en las universidades: la censura, el ostracismo, las renuncias de quienes no adhieren a ciertos dogmas. Y en particular con respecto a las cuestiones biológicas y evolutivas; la situación ha empeorado respecto a 20 años atrás, incluso en los campos en que lo evolutivo es más necesario, como biología o antropología física. En el mismo tiempo en que me pasó esto, en 2022, a una bióloga que iba a dar una charla en la Universidad Humboldt de Berlín sobre estos mismos temas la cancelaron. José Errasti y Marino Pérez Álvarez, dos psicólogos españoles, profesores en la Universidad de Oviedo, fueron a presentar su libro (“Nadie nace en el cuerpo equivocado”) en la Universidad de las Islas Baleares, y los cancelaron. Al mismo tiempo, la profesora Katlyn Stock, filósofa especializada en cuestiones de género, tuvo la desgracia de escribir un libro para decir que el sexo biológico existe. Fue víctima de una caza de brujas total que la obligó a renunciar a la Universidad de Sussex. Más recientemente, Carol Hooven, profesora de endocrinología en Harvard, también renunció porque no podía seguir diciendo que había macho y hembra y que la testosterona tiene un efecto en el comportamiento de los sexos.
C.P.: En este momento hay una suerte de aceptación de la censura, cancelar cierto pensamiento está bien. Pero el adoctrinamiento no se hace de una manera directa sino solapada, inductiva: tenés que escribir de género si querés que te vaya bien en la universidad, ¿exagero?
L.O.: Es totalmente así. Para todo lo que es financiación, en particular de la Unión Europea, y estamos hablando de millones de euros, los temas están exclusivamente dentro de una grilla de lectura que es ideológica en cuestiones de género. Mayoritariamente aparecen temas ridículos. Recientemente, una profesora en Noruega obtuvo 1 millón de euros para trabajar sobre el problema de la whiteness, de la blanquitud, en Noruega, una población de 6 millones de habitantes, 99% blancos. Todo tiene que tener una perspectiva de género, y si uno no la aplica, si estudia literalmente las galaxias, pues no va a tener financiación.
Ahora, con respecto al tema del adoctrinamiento, lo que sucede es que las universidades son monoculturas ideológicas, Y esta monocultura ideológica alimenta un funcionamiento que todos tenemos en nuestra mente, que es el sesgo de parcialidad. Vemos la realidad como un partido de fútbol en el cual evaluamos al árbitro en función del club del cual somos hinchas. ¿Cómo se relaciona esto con el tema de la monocultura ideológica de la universidad? Bueno, se le dan municiones a los estudiantes que ya ven el mundo de una manera para que lo vean aún más de esa manera, para que se confirmen aún más en su sesgo. La producción que sale de allí es sesgada como está ampliamente probado. En ese sentido es el adoctrinamiento. No es que les van a lavar la cabeza, sino que no les van a presentar otra visión de las cosas y los van a reforzar en lo que ya creen o intuyen.
C.P.: La vicegobernadora de Mendoza dijo que hay carreras que son hobbies. Algunos ponen en su perfil “maestrando en género”. ¿Qué carrera es esa? Aparecen un montón de especialistas de algo que no es, me parece, una ciencia, con un objeto de estudio claro.
L:O: Está pasando en todas partes. Hay una proliferación de studies, estudios. No solamente de género, también los race studies, estudios de raza, los fat studies, estudios de obesidad, todo tipo de cosas que no son disciplinas reales. Es lo que el filósofo Peter Boghossian llama lavado de ideas. Como se lava dinero, esta gente se sirve de la etiqueta universitaria para producir cosas que no tienen absolutamente ningún sentido, pero como lo publican en journals que arman ellos mismos, se validan entre ellos. Eso en realidad carece de credibilidad académica. Aquí es donde viene justamente el problema de la autoridad epistémica de las universidades, para mí la cuestión principal. ¿Cómo en este marco de tanta fake news que provienen de la universidad, de tantas disciplinas fraudulentas, cómo seguimos creyendo en las universidades?
C.P.: Me parece importante hablar de las consecuencias de la difusión de la ideología de género, la negación de la biología, consecuencias concretas en nuestra vida cotidiana. Acá tenemos varias leyes inspiradas en esa ideología, tramitadas un poco entre gallos y medianoche, sin que la gente tuviera mucha conciencia de lo que estaba en juego. Entre las consecuencias está por un lado el transgenerismo, prácticamente se ha puesto de moda transicionar. Están los contenidos de la ESI, educación sexual integral, que ahora parece la materia troncal más importante de la educación argentina. Lo demás, matemática, lengua, todo eso viene después. Ni hablar de lo que está pasando en la justicia, un sesgo que se relaciona con este feminismo ultra que coloca a la mujer siempre en el lugar de la víctima y al hombre siempre como victimario. Otra consecuencia que vos señalabas es en los vínculos entre varones y mujeres. Los chicos jóvenes de hoy tienen un problema porque ya son culpables de algo cuando arrancan. ¿Cómo es hoy la seducción, el conocerse, si les están diciendo que son violadores en potencia? Sería interesante que hablemos de esta negación de la biología en el tema del sexo y la idea de que somos una página en blanco y podemos construir nuestro sexo.
L.O.: Volviendo a esta cuestión de qué problema causa que el conocimiento que proviene de las universidades no se corresponda con la realidad, sino que sean quimeras, el caso del género es el más elocuente de todos y también el que mayores consecuencias tiene sobre la sociedad, en lo vincular, en lo legal, lo institucional y demás. Los estudios de género provienen sobre todo de las ciencias sociales, de la teoría de que hay que explicar la sociedad por lo social. Hoy en día el enfoque en las ciencias sociales es lo que algunos investigadores denominan un enfoque biofóbico, pues no solamente se ignora totalmente la biología, sino que las ciencias sociales viven en un mundo predarwiniano y premendeliano, como si no hubiera teoría de la evolución ni genética. Las ciencias sociales consideran que somos una tabla rasa. Es decir que la evolución hizo todo lo que somos hasta los hombros, pero la mente no habría sido impactada por la evolución. En realidad sí lo fue: todas las cosas que hacemos, que deseamos, muchos de los comportamientos que exhibimos, y en particular las diferencias entre hombres y mujeres, provienen de nuestro cerebro, moldeado durante millones de años. Ahora bien, en el 99% de los casos los estudios de género niegan la realidad. Es delirante. Me vienen a la mente muchísimos ejemplos, pero voy a citar solo dos o tres. Cuando dicen que el interés de los hombres por el pecho femenino es una construcción social… pero hay cinco mil especies de mamíferos y solo una en la cual la hembra tiene pechos permanentes. Algo debe tener que ver con la evolución. O decir que la mirada masculina es una cuestión social, cuando podemos corroborar en el cerebro de los hombres lo que sucede cuando están viendo una mujer con poca ropa, literalmente la amígdala y otras partes del cerebro se encienden como un árbol de Navidad. Otro ejemplo son los juegos. Ver que en todas partes del mundo, en todas las culturas, en todos los tiempos, los varones juegan a juegos de agresión y las nenas juegan a ocuparse de algo, y esto pasa también entre los chimpancés hembras y machos. Hay un caso muy divertido de una pareja muy progresista que a sus dos hijos varones les había regalado una casa de muñecas. Después de un rato escuchan un gran alboroto, van a ver qué pasa y encuentran la casa de muñecas bañada en ketchup y les preguntan ¿qué pasó? Y los niños respondieron: “Es que hubo un ataque terrorista…” Hay que entender que el juego tiene una función que es comenzar a practicar lo que uno va a hacer cuando sea adulto.
C.P.: Sigamos con el tema del mating, de los vínculos.
L.O.: Una de las consecuencias nefastas de no tener un conocimiento basado en la evolución, en la genética, en el funcionamiento de nuestra mente, de las elecciones que hacemos en términos amorosos, por ejemplo, hace que estemos de alguna manera en una Edad de las tinieblas, al menos en el discurso mainstream, porque las ciencias de la mente, la biología evolutiva y demás están justamente para explicar ciertas conductas. Por ejemplo, cuando investigadores arman perfiles falsos en Tinder y crean dos perfiles idénticos de hombres y dos idénticos de mujeres, la única diferencia entre uno y otro es que le agregan una maestría, a las mujeres no les cambia absolutamente nada, pero a los hombres les empieza a dar muchos más likes. Sencillamente por agregarle un diploma superior, eso genera mucho más interés en el perfil del hombre. Desde un punto de vista evolutivo, eso es perfectamente claro, porque en investigaciones desarrolladas literalmente durante décadas, implicando a cientos de miles de individuos y en todos los continentes y en todo tipo de culturas, sucede lo mismo: las mujeres en todas partes buscan en los hombres la jerarquía y los hombres en las mujeres el atractivo físico. Entonces cuando nos preguntamos por qué hay más hombres en posiciones de jerarquía, lo único que sabemos es que una posición de jerarquía no le genera a una mujer que más hombres se interesen en ella, pero a un hombre sí le genera que más mujeres se interesen en él. Lo que hay que tener presente en todo momento es el objetivo de la evolución, lo que cuenta es hacer copias de sí mismo que sean capaces de hacer copias de ellas mismas, de mantener esto. Entonces, la base de la vida en este sentido es la reproducción. El apareamiento humano, el interés por el sexo es una de las cuestiones fundamentales de la especie humana.
C.P.: Me parece importante hablar del transgenerismo. En Argentina desde 2012 tenemos una Ley de Identidad de Género o Ley Trans, inspirada en esta ideología de género, porque cualquier persona que declare ser del sexo opuesto, la ley se lo tiene que reconocer, le tiene que dar un DNI. Hay una ínfima cantidad de personas que tienen disforia de género, que realmente desean parecer o ser de otro género. Pero lo que inspira esta ley por su permisividad y por cómo se está difundiendo el tema a través de la ESI en las escuelas, es plantearle a los chicos que nacemos como una página en blanco y podemos elegir el sexo que queramos e incluso transicionar, hormonizarse, operarse. Tratamientos que están todavía en un estadio experimental, lo cual es gravísimo, porque se están aplicando a niños. Además, el lobby trans logró bajar de 18 a 16 la edad a partir de la cual un joven puede tramitar un DNI del sexo contrario sin autorización paterna. Es uno de los puntos más graves. Los que en su momento promovieron esta ley dicen con orgullo que la Argentina es pionera, ejemplo en el mundo. En realidad somos pioneros de algo terrible, que tiene hoy consecuencias muy concretas en muchos adolescentes.
L.O.: Es terrible lo que está sucediendo. Es la encarnación de todos los problemas que venimos mencionando, de la universidad como una monocultura ideológica de la censura y donde no puede haber disenso ni se busca la verdad, sino que se va con la corriente de la moral del tiempo. Es el problema de una negación de las realidades biológicas, de la página en blanco, y de cómo esto se va volcando en la sociedad en su conjunto, generando algo nefasto. Habiendo dicho eso, hay que aclarar que la disforia de género es una realidad. Nadie está negando la disforia de género, que es una patología, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Americana de Psiquiatría. Ahí también se ve la incidencia de la disforia de género que es ínfima. Estamos hablando del 0,002% de la población. En los últimos años, esto empezó a acelerarse, llegando a magnitudes de, por ejemplo, en Cataluña, el 5.000%, y en otras partes del 3.000%. Hay otra cosa que está pasando. Pero esta pregunta no se puede hacer en las universidades. Esto no es algo solamente europeo o americano. También sucede en la Argentina. La doctora María José Binetti, investigadora de CONICET, está recibiendo presiones por tratar de implicar la biología en estas cuestiones.
Algo interesante es que acaba de salir hace unas semanas el Informe CAS, que establece de una manera conclusiva que lo que se estuvo haciendo con menores, como lo permite la legislación argentina, que autoriza las terapias hormonales a partir de los diez años, como se venía diciendo desde hace años y se nos trataba de transfobos a los que lo decíamos, se validó que las terapias hormonales son un experimento que está teniendo terribles consecuencias en los niños y que hay un problema de diagnóstico. En Reino Unido, en la Clínica Tavistock, un tercio de los niños diagnosticados con disforia de género padecían autismo, cuando la incidencia del autismo en la sociedad es del 2 por ciento; es decir que no se está prestando atención a otras patologías. Esto siempre se hizo con una suerte de manipulación emotiva bastante dramática: se decía a los padres que si no aceptaban esto iban a encontrarse con el suicidio de un hijo, lo cual no es para nada el caso.
Ahora bien, el informe que yo mencionaba no provino de las universidades. Hace un momento yo mencionaba los millones de euros que se iban a todo tipo de investigaciones delirantes, inútiles, ¿por qué no fueron esos fondos hacia esta investigación? Por esta monocultura ideológica que lo impide. Esta misma semana, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido decretó que sólo van a considerar el término sexo como sexo biológico. Hace 50 años la gente se imaginaba que en 2024 iba a haber autos voladores y estamos diciendo que existe macho y hembra.
Cuando José Errasti y Marino Pérez Álvarez fueron a presentar su libro a Barcelona, le quisieron prender fuego al local. Hace dos semanas, la Alcaldía de París ordenó retirar la publicidad del libro de dos activistas feministas, Marguerite Stern y Dora Moutot….Y va a haber en París una marcha no solo contra ese libro [Transmania], sino también contra una iniciativa de Celine Masson y Carolina Eliaschev, dos psiquiatras francesas con quienes yo colaboro, que organizaron el año pasado una comisión de investigación parlamentaria sobre los menores trans. A finales de junio vamos a hacer un evento en el Senado francés sobre eso. Bueno, se nos tilda de tránsfobos pero estos son médicos que están diciendo que quizás antes de mutilar tendríamos que diagnosticar de manera correcta. Y son acusados de tránsfobos, les hacen marchas, los censuran. Errasti y Pérez Álvarez son académicos que dicen algo con lo que yo coincido 100% y es que todo este problema de niños mal diagnosticados, erróneamente mutilados, proviene de la cobardía de los universitarios. Ojo, hay muchos valientes que han pagado un terrible precio personal y profesional, pero desgraciadamente son la minoría. Si la mayoría se dignara a decir estas cosas, no estaríamos teniendo este problema.
C.P: Eso me lleva a la pregunta de si empieza a haber una corriente, una reacción. Por ejemplo, acá el Informe Cass tuvo muy poca difusión y eso que es un informe encargado por el gobierno inglés a un equipo independiente. Es algo que habría que hacer acá, ver lo que se está haciendo en los hospitales, como el Durand,. Sería interesante que por lo menos les exigiéramos a las autoridades sanitarias las cifras, saber qué se está haciendo. ¿Percibís que hay un retorno, que se empieza a abrir un espacio para revisar estas cosas?
L.O.: Sí, estamos viendo claramente esto en muchas partes del mundo. Pero hay que ser prudente, porque estas corrientes se están institucionalizando. También sucede que la generación de investigadores valientes se están muriendo. Y muchos priorizan su desarrollo profesional antes que la verdad. Y, por el lugar donde estamos, subrayo la importancia de la función legislativa para poder hacerle frente a estas cosas. No quiero que se tome como algo partisano, pero en la campaña presidencial argentina el año pasado un solo candidato -el que ganó- se ocupó de estos temas. No estoy diciendo que sus soluciones sean buenas o malas, solamente destaco esto. Todas las críticas que se hacen al gobierno francés en este momento son compartidas con la palabra “¡afuera!” en español, por el video famoso. Por eso, legislativamente, cualquier cosa que Argentina pueda hacer en este sentido va a ser muy importante, no solo para quienes padecen estas cosas en nuestro país, sino para el mundo en general.
EL DEBATE
Abierto el debate a las preguntas, ante un reclamo por el respeto a la diversidad, la respuesta de Orlando fue: “La diversidad es diversidad de pensamiento. Es la única diversidad que creo yo que debe existir en un ámbito académico, en un ámbito científico, no porque no puedan existir otras, sino porque esta es la necesaria”.
Y en cuanto a cómo se sale de esto, respondió con “la nota pesimista de la noche”: “Sigo a muchos que consideran que la universidad está perdida -dijo- y que se ha convertido en un peligro para las democracias. No veo una salida desde adentro. Keith Stanovich, el psicólogo canadiense, propone sencillamente desfinanciar a las universidades que sean monoculturas ideológicas. Peter Boghossian y otros consideran que hay que fundar nuevas instituciones, como la nueva universidad que se creó en Austin, Texas, bajo la premisa de que las universidades están rotas más allá del punto de reparación. Otra vía que es la del no reconocimiento de los títulos que brinden una formación desde un solo lado de las cosas, que a mí me parece la más simple de aplicar. Esto obviamente genera el problema de que hay que crear nuevos espacios, para continuar con los saberes. No es una cuestión simple, porque la universidad tiene mil años y en una sociedad de la información como la actual nos basamos en los graduados universitarios para todo.”
Alguien pidió profundizar en esto de cómo recuperar la autoridad epistemológica: “¿Cómo aparece una nueva referencia intelectual para el desarrollo de las comunidades en cada país?”
Orlando admitió que ese es un problema: “Alguien dice con mucha razón que entonces podría proliferar cualquier tipo de teorías descabelladas si no existe más una policía de lo que es correcto e incorrecto. Podemos tener ese problema, pero las universidades ya producen teorías descabelladas y encima tienen la validación. Por lo pronto nadie tiene la clave. Actualmente estoy escribiendo un libro sobre ese tema y créanme que la parte de explicar por qué la universidad está perdida es simple, pero la parte de cómo reemplazarla es mucho más compleja. Se dice que la Universidad de Bolonia se fundó en 1080 porque se consideró universidad aquel lugar donde se juntaba un grupo de estudiosos. Hoy en día se está dando mucho eso. Hay gente que ha corrido la misma suerte que yo, que ha dejado la academia y que se consideran académicos en exilio. Bueno, hay que crear lugares donde uno pueda producir los saberes y hoy en día las herramientas tecnológicas de las que disponemos, permiten hacer la revisión por los pares, que es una de las cuestiones fundamentales de la ciencia. Hoy en día la mayoría de los papers son abiertos, se pueden ver todas las críticas, y los debates; creo que quizás es por ahí…”
Ante la inquietud acerca de hasta dónde estaba dispuesto a llegar en esta batalla cultural, Orlando respondió: “No me considero un cruzado, creo nada más que que este es un tema importante y sobre todo un tema que genera mucho sufrimiento. Los niños trans, las relaciones entre hombres y mujeres; actualmente, según las estadísticas, los jóvenes entre 18 y 25 años no tienen prácticamente relaciones sexuales. Nunca hubo una cifra tan baja desde que hay estadísticas, hace ya casi 50 años”.
Por su parte, Camila Duro destacó que “el verdadero debate político se da en el Parlamento”. “Es fundamental que tengamos la posibilidad de escuchar todas las voces y asegurar los beneficios de la libertad para todos -agrego-. Nuestro país, así como fue pionero de cosas con las que quizás no estamos todos de acuerdo, también lo fue de la libertad de cátedra y durante muchos años la academia en Argentina ha sido vista como una de las más plurales y prestigiosas”. Y por ello advirtió que nos iríamos “empobreciendo” sin “la posibilidad de escuchar y de ser escuchados”.
”Es deber de la universidad pública ser plural -concluyó-. No creo que la universidad pública tenga que proponer un paradigma hegemónico. Porque en esa situación todos nos empobrecemos, y es un poco a donde estamos yendo. Por eso, independientemente de los vientos que soplan en términos políticos, éste debería ser uno de nuestros acuerdos como sociedad”.
[El video completo de esta actividad puede verse aquí]
FOTOS: Nicolás Stulberg – Senado de la Nación