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10 de diciembre de 2024
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El Mundo

cuánto dura y qué se puede hacer, según los expertos


Por distintos motivos y en diferentes momentos de la vida se atraviesan crisis personales. Cualquier situación traumática puede desencadenar una crisis, mover toda la estructura del aparato psíquico causando sufrimiento a quien la experimenta.

Hay etapas puntuales que implican algún cambio físico y relacional en la que debemos ajustar nuestra percepción del mundo a la expectativa social. Ejemplos clásicos son la adolescencia y la conocida crisis de los 40, en la que se supone que uno debe mostrar ya un perfil consolidado.

Pero hay otros períodos que nos obligan a responder preguntas y cuestionarnos si vamos bien o debemos ajustar nuestra vida a nuestros deseos y a los de los demás.

Así, a los 25 años suele producirse la llamada “crisis del cuarto de vida”, en la que esperamos y se espera de nosotros que evaluemos logros y fracasos, cuál es nuestro estado de bienestar y nuestra estabilidad emocional. Si nos sentimos cómodos con lo hecho hasta el momento, si tenemos sentimientos positivos y nos vemos motivados (o no), si hay desajustes, confusión o desequilibrio entre nuestras expectativas, nuestros proyectos, y la realidad.

Si estas cuestiones se manifiestan con angustia y afectan nuestra salud física o psíquica, o nuestras relaciones sociales, es evidente que hay crisis, asegura el sitio Terapias Barcelona.

Cuánto dura la crisis del cuarto de vida

Ansiedad, inseguridad, cuestionamientos. Efectos de la crisis "del cuarto de vida". Es tiempo de reflexión. Foto: Shutterstock.Ansiedad, inseguridad, cuestionamientos. Efectos de la crisis «del cuarto de vida». Es tiempo de reflexión. Foto: Shutterstock.

Los años no vienen solos. Vienen con festejos y regalos, pero en cada etapa traen reflexiones sobre el escalón alcanzado en esta escalera que es la vida. Una escalera que a los 25 años se presenta aún larga por delante, pero que ya hemos subido lo bastante como para mirar atrás y evaluar si estamos firmes o tambaleando.

Seguramente a esta edad se está cerrando la etapa de formación y se espera de nosotros la consolidación laboral, la independencia económica y el encuentro con un mundo adulto más competitivo y menos compasivo.

Es una etapa de desafíos y de despedida de ciertas comodidades, rutinas temporales (como el año lectivo y las vacaciones), relaciones con compañeros de la misma edad y un sistema de recompensa y castigo por parte de padres y docentes, que conocían bien.

Los cambios que tienen que enfrentar pueden llevar a una crisis entre los 20 y los 30 años, y puede llegar hasta los 35. Por lo general dura alrededor de dos años, aseguran los psicólogos. Sentimientos como nostalgia, incertidumbre o ansiedad son síntomas típicos de toda crisis de edad, señala el portal Su Médico.

La Licenciada en Psicología de la Universidad de Granada Alicia Chica García, especializada en ansiedad y trauma, percibe que en ese cuarto de escalera empiezan a diluirse las certezas de los escalones previos y los escalones siguientes se ven turbios. Entonces, es común que una persona se sienta perdida e insegura, y atenta a aprender nuevos códigos para entender qué se espera de ella.

La incertidumbre se vive en soledad para no reconocer fracasos ante los demás. Foto: Shutterstock.La incertidumbre se vive en soledad para no reconocer fracasos ante los demás. Foto: Shutterstock.

Con los años -aclara esta experta española-, esta crisis se profundiza más. Antes el estudio garantizaba salida laboral, hoy no tanto. A la inestabilidad económica generalizada se suma que hay mucha competencia por los puestos de trabajo. Y mientras las redes sociales muestran el éxito (nunca los fracasos) de sus pares, uno empieza a anidar en su soledad, inseguridad y cuestionamientos:

“¿Hice bien en elegir esta carrera”, “podré vivir de lo que elegí? La incertidumbre se vive en silencio para no reconocer el fracaso ante tanta fiesta de Facebook e Instagram. En muchos casos crece el consumo de drogas y alcohol y la tendencia a posiciones radicalizadas, aislamiento y ansiedad.

La intensidad y duración de la crisis depende de la solidez de la persona, sus habilidades y estrategias, del apoyo familiar y de su capacidad de pedir ayuda.

Es el momento de detenerse, pensar el camino a seguir, evaluar nuestros recursos y carencias, tomar fuerza y, si fuera necesario, recurrir a un psicólogo que ayude a transitar la crisis con paz interior para poder avanzar sin miedos ni bloqueos.



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